• quintadel44: junio 2006

    viernes, junio 30, 2006

    LA TRISTEZA TIENE MALA PRENSA

    Sí, amigos: la tristeza tiene mala prensa. Es un sentimiento vergonzante, que anda por ahí molestando a unos y a otros pero sin querer, pidiendo perdón por ser tan insistente y a la vez tan pudorosa que a veces se disimula disfrazándose de aburrimiento, de pura seriedad, de perdona pero es que tengo muchíííísimas cosas que hacer.
    A mí me parece que ya está bien de hipócritas actitudes políticamente correctas. Imagináos a un político diciendo a las cámaras es que hoy estoy un tanto abatido por motivos personales; a una maestra soltando a los alumnos os voy a poner una redacción y no me deis la lata porque me siento triste, o al frutero de la esquina pidiendo perdón si se equivoca en la cuenta y confesando que no está en lo que está porque se levantó con una murria que le tiene distraído.
    Nada más normal, y sin embargo nos sorprendería y como que nos daría un poco de apuro, ganas de mirar para otro lado, no seríamos capaces de balbucear una respuesta coherente y adecuada a la ocasión. Si el presentador del telediario reconociera antes de leer los titulares que ese mediodía su estado de ánimo no es precisamente alegre, dejaríamos de atender a las noticias para escrutarle la cara e intentar adivinar qué, quién, por qué, pobrecillo, es verdad que tiene ojeras y la cara como un poco más afilad, pero a qué viene eso.
    Habría quien criticara ese impudor: los sentimientos son una cosa personalísima, no es de recibo ir por ahí soltando tus penas. Sin embargo, está permitido demostrar alegría, e incluso fingirla. Se premian las caras alegres, el alborozo expresivo, la histeria de los locutores deportivos, la indignación gritona de los bienpensantes ante según que sucesos, la ira de los contertulios radiofónicos, el boba expresión de arrobamiento de los fans...
    Yo no digo que sea agradable de soportar un semblante permanentemente entristecido, ni que se deba aplaudir la tristeza como estilo; pero hay días en que la mejor manera de rendir tributo a la vida y respetarte a tí mismo sería reconocer ante el mundo que estás triste y no necesitas la ayuda de nadie, sólo que te dejen hacer las cosas con tu sentimiento a flor de piel, sin necesidad de ocultarlo ni disfrazarlo: como si no supiéramos todos que hay motivos en la historia de cada quien.

    jueves, junio 29, 2006

    A ESTO HE LLEGADO


    Hoy he tenido un día agitadísimo, teniendo en cuenta mi condición de paciente sujeta a reposo.
    11.00 hrs. He desayunado con mi novio en una terraza. Los churros estaban frios (normal, dada la hora) pero la mañana era espléndida. Casi se tuerce la cosa, por la manía que tiene este hombre de darme consejos sobre cómo vestirme, cómo enfocar mi vida de enferma, cómo... Menos mal que cuando le contesto debidamente se corta.
    12.00 hrs. He ido al banco a cancelar parte de la hipoteca del apartamento de la playa. No es que sea una hormiguita; es que, como llevo cinco meses de baja, no me gasto un euro en salir.
    12.30 hrs. Al salir del banco, me he dado de cara con una tienda de Adolfo Dominguez. He entrado - por la cosa de echar un ojo, más que nada - y a los diez minutos he salido con una blusa muy de vestir de 127 euros que no sé ni cuándo voy a estrenar, con la marcha que llevo.
    13.00 hrs. He llegado a casa en taxi. Subo derrengada y con los pies hechos polvo (estrenaba sandalias). Me pongo una cocacola sin cafeina. Tengo la casa llena de hormigas, por culpa de la obra del piso de abajo. Mientras no lleguen cucarachas, voy resistiendo. Fumigo hasta en la encimera de la cocina: prefiero morir envenenada; luego me leo el periódico a mi manera, como cada quien.
    14.30 hrs. Como una ensalada de garbanzos, un melocotón y las últimas cerezas que me quedaban. Nada de chocolate, no me apetece. No puedo acostarme la siesta todavía, porque a las cuatro tengo que tomarme la pastilla, y yo no me acuesto para menos de dos horas. Me pongo a jugar en zone.com
    16.00 hrs. Pastilla, vaso de agua y cigarrito. Me tiro a la cama.
    18.15 hrs. Me despierta el teléfono. Tres timbrazos y cuelgan. Llamo a Ana. Sale pronto de trabajar. Luego nos vemos.
    18.30 Llamo a mis hermanas, por riguroso turno: primero a la mayor, que está bien, y su marido también, y que ahora se iban a dar un paseo a la playa. (cinco minutos) La otra dice que está mejor; que qué tal estoy yo; que su marido lleva dos días de chequeo médico porque se cansa mucho; los hijos patatín y patatán; los nietos, divinos; (media hora larga). Me visto y me repaso los labios.
    19.30 Cojo los partes de baja y voy a casa de Ana (dos portales más allá). Me hace un café y, sin más pérdidas de tiempo, nos ponemos a jugar al intelect. Gano yo la primera partida. A mitad de la segunda, llega su marido. Mañana llevará los partes de baja a mi curro, de paso para su oficina. Gana ella. Me invitan a cenar, pero todavía no tienen la cocina montada del todo y sería un lío. Me callo que no tengo ganas, que me siento rígida y somnolienta.
    22.00 Llego a casa, pongo la tele, me cambio, miro el móvil: había olvidado llevármelo y tengo varias llamadas perdidas. No tengo ganas de hablar con nadie: vengo al ordenador y envío un correo a mi chico. Ceno, zappeo, me siento en el sofá, me levanto, miro mis plantitas, riego, vengo a ver si tengo algún mensaje, vuelvo al sofá, zappeo, apago la tele.
    12.00 hrs. Me tomo la pastilla, bebo el vaso de agua, hago balance del día.
    Que cada cual saque sus consecuencias. Por mi parte, no pienso consentir que esto pueda conmigo.

    martes, junio 27, 2006

    HASTA AYER, LOS LIBROS. AHORA...

    Tengo la casa llena de libros. He leído la mayoría, y todos los he abierto, al menos, aunque a las dos o las quince o las diecinueve páginas me hayan aburrido, y en esta categoría incluyo algunas grandes obras.
    Últimamente me sobra tiempo para sentarme a disfrutar de la letra impresa pero, por esas contradicciones que más vale no ponerse a analizar, no acababa de encontrar esa novela, ese libro de poemas, ese ensayo que te coge del cuello y no te deja hacer otra cosa - al menos mentalmente - hasta que lo acabas, y aún después te reverbera hasta el lunes o el mes o el año siguiente o el resto de tu vida.
    Ah, sin embargo, están las blogs. Afortunada de mí que he vivido para vivirlo, para encontrar la puerta de la pura lectura, sin marketin de las grandes editoriales empujándome a comprar para luego arrepentirme, sin tener que buscar la biblioteca municipal más próxima, sin pedir prestado a los amigos (para luego sentirme mal al cabo de veinte años porque me olvidé de devolver y se murió de un cáncer de pulmón y ya nunca más).
    Ahora leo, leo, leo, y anulo o rechazo citas y dejo de hacer para continuar leyendo, husmeando, comentando sobre la marcha. Millones han sentido lo mismo que yo en su momento: qué placer aterrizar en otro planeta Tierra en donde sentirme una más, a despecho de las diferencias.
    Envidia me dan algunos blogs cuya estética merecería premios de relumbrón. No sé poner links, no sé poner colorines ni dos columnas ni tengo fotos maravillosas. No sé ni archivar adecuadamente.
    Quiero saber cómo. Necesito aprender. Pido ayuda. Vosotros podéis enseñarme.

    lunes, junio 26, 2006

    MI NOVIO

    Hoy he invitado a comer a mi novio: sopa fría de remolacha, ensalada de bacalao y naranja, croquetas de cabrales y cerezas. Un viña Esmeralda y, a media tarde, un cavita y chocolate.
    Mi novio quiere que le llame Osito, así, con todas las letras: Osito. Y yo, voy y se lo llamo cada vez que me acuerdo. Lo normal es churri, cari, nene, chati, mivida, chache, gordito, corazón, amor mío o el nombre correspondiente con sus correspondientes diminutivos, pero a mi chico le gusta Osito, y como yo no soy Freud y estoy loca por él, pues, se lo llamo, aunque al principio me sentía ridícula y me tenía que aguantar la risa: no identifico yo su imagen grandota con un bebé de oso.
    Cuatro años de una relación bastante equilibrada: cada uno en su casa con sus manías y sus costumbres, y un espacio común de entendimiento, comunicación y sexo a nuestra medida, ajenos a las relaciones de manual. No es amor tranquilo, entendámonos, sino un tornado que nos ha pillado a los dos en el centro y hemos decidido que mejor dejarnos llevar, pero sin perder los papeles. En fin: algo difícil de explicar incluso si estuviera en mi mejor momento, que no lo estoy.
    Es el hombre de mi vida, pero he tenido que llegar hasta aquí para encontrarlo. Después de él, la vejez pura y dura, me temo. Aunque, quién sabe: para qué ponerse trágica si a los cuarenta y dos creía haber terminado mis días de vino y rosas, y luego pasó lo que pasó... varias veces.
    Tarde diáfana en Madrid: brisa de la sierra y tranquilidad en la plaza, aunque en una de las esquinas unos críos deben estar jugando a quién grita mejor.

    domingo, junio 25, 2006

    MAÑANA DE DOMINGO

    Cierto: cualquier domingo es peor que el peor sábado.
    Hay un silencio cariñoso en el jardín.
    Visito algunas bitácoras: si son divertidas, se trata de jóvenes cuyos asuntos doy por superados para mí; si se trata de gente mayor, suelen escribir sobre asuntos tan generales que me aburren a la segunda línea. Sin embargo, todos tienen comentarios, MENOS EL MÍO, ¿tan sosa, tan anodina, tan impersonal resulto? ¿Hay un defecto técnico en mi blog, que impide la publicación de mensajes o visualizaciones de mi diario? Voy a quitar mi edad del perfil, a ver si el personal se anima.
    Hoy vienen a comer Jose y Ana con su hija: ensalada de pasta al curri y mero a la plancha. Me quedan cerezas, plátanos y algunas uvas para el postre.
    Si a alguien le interesa la ensalada de pasta al curri, que lo diga.
    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EEEEEEEEEEEEHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!! ¿HAY ALGUIEN AHI?

    viernes, junio 23, 2006

    Estar de baja médica

    Bajo a la calle haciendo un esfuerzo (ayer me pillé un colocón de cuidado, y hoy todavía ando un poco pedo) para comprar tabaco, pan y el periódico.
    No me apetece trastear con las plantas. No me apetece leer. No me apetece escribir. Hago una salsa boloñesa para los espaguetis que comeremos mi asistenta y yo: espero que no se me queme mientras tonteo en la blog. Hoy tengo médico y partido, por este orden, y ojalá mi amiga Ana (que está de obras en su casa) no tenga la feliz idea de apuntarse a cenar. Cierto que soy yo la que me apalanco en su casa los domingos, pero a ella le gusta rodearse de todos nosotros - sus hijas, su marido, su hermana, su madre, yo misma, que vengo a ser la tita, la cuñada supernumeraria... - para que alabemos sus guisos y luego echemos la partida mientras sacamos a la palestra los problemas, planes y quisicosas de unos y otros, mientras que para mí, - que no tengo la ayuda inestimable de un marido que, ya que no folla, al menos se levanta después de comer a poner el lavavajillas - organizar comidas para más de uno me supone un suplicio desde que ando con la espalda machacada: no es la cocina en sí: es salir a comprar, venir cargada, cacharrear, barrer y limpiar todo lo que se ensucia, porque el personal no acaba de entender que, si estoy de baja médica, es porque algo tengo, y ese algo está diagnosticado y más que demostrado, y que, si me prescriben reposo y nada de ejercicio, es reposo y nada de ejercicio.
    Lo de estar enferma es un aburrimiento. Intento brujulear y hacer como que me apetece hacer todo cuanto hago para rellenar el día, solo que el compás de espera - dos meses mientras me adapto al medicamento, o el medicamento se adapta a mí, y otros dos para ver si la dosis inicial es la adecuada, o hay que modificarla - me está machacando. Necesito saber YA qué va a significar para el resto de mi vida este diagnóstico, y si puedo hacer algo para mejorar, a qué limitaciones concretas me enfrento, y si voy a poder regresar a mi trabajo. Todo el verano en Madrid será como una pesadilla.
    Y, encima, Ana insinúa que ella no tendría la "suerte" de ponerse enferma, porque se enfrentaría de inmediato a un despido. No entro en polémicas: llevamos casi cuarenta años de amistad, de modo que, si no quiere acordarse de lo que ella hacía mientras yo acababa la carrera y preparaba -y aprobaba- las oposiciones, pará qué discutir.
    Como si la vida de cada cual fuera producto del azar, exclusivamente.

    miércoles, junio 21, 2006

    la Rosa de España

    Ayer ganó La Rosa de España. Estoy hablando del concurso de televisión en el que algunos famosos, bien pagados por supuesto, compiten entre sí para que, primero un jurado heterogéneo - entendidos y menos entendidos, pero también famosillos - y después el público determinen quién lo ha hecho mejor. La excusa es ganar un premio en metálico para la ONG elegida por cada concursante.
    Desde el principio me rendí a mi condición de españolita media, y adiviné que ganaría Rosa: una muchacha nada estudiada a quien le gusta el Gospell (¿Se escribe así? El inglés se me resiste), con una voz tremenda, y que ya se llevó por delante a todos en Operación Triunfo a despecho de sus complejos, su dificultad para expresarse mediante el habla, su timidez, su inseguridad, un físico que no se corresponde con los estándares de belleza consagrados por la moda, un acento horrible...
    ¿Tiene carisma? No exactamente. Es la hermana que nos ha salido guapetona. La peluquera del barrio, que tiene locos a todos los chicos y a la que las chicas no podemos odiar porque es un pedazo de pan. Es la hija, la nuera soñada. Tiene carne y un alma en su almario que todos creemos adivinar, aunque sospechemos que tras la mano que tapa su sonrisa también esconde algún secreto, y ¿quién no, después de todo?
    Pero canta. Y baila. Es tan elegante cuando baila un vals; tan provocadora con el tango; parece tan sensual con el merengue, y tan desenvuelta en el hip-hop, que nos deslumbra y ya no queremos saber más: votamos por ella con un mensaje sin haber terminado de ver la actuación de sus rivales. Lástima que sus mentores no consideren urgente que aprenda a hablar correctamente, y que su inseguridad le impida tomar las riendas de su carrera y de su vida. Todo eso lo sabemos quienes estamos asistiendo a su transformación en una Carmen Sevilla del siglo XXI y nos fastidia, porque pensamos que tiene capacidad para mucho más.
    Ayer quisimos que ganara. Y seguimos queriendo que gane un puesto en el mundo del espectáculo encontrando en sí misma todo lo que soñamos para ella.

    lunes, junio 19, 2006

    A DESPECHO DE LO OFICIAL

    Frente a las declaraciones de unos y otros, los resultados del referendum sobre el nuevo Estatuto de Cataluña tiene una lectura bastante evidente, en mi humildísima - pero no mediatizada por servidumbres de ningún tipo - opinión. La pregunta es: ¿Por qué ese alto porcentaje de abstencionistas? O, si se quiere, ¿quiénes son los que no se acercaron a votar?
    Continuemos con la pregunta en sus distintas formulaciones: ¿Qué grupo de la población catalana no quiso identificarse con el PP o con ERC votando "NO" al Estatuto? ¿Qué ciudadanos, evitando esa identificación, no quiso votar "SI"?
    Me atrevo a afirmar que fueron los otros catalanes. Los charnegos. Los trabajadores de Hospitalet, de Badalona, de San Cugat. Los que han sido abandonados por el tripartito durante dos años y medio sin medidas sociales de ningún tipo, y han visto cómo la primera legislatura con un gobierno de izquierda se escapaba, mientras sus líderes ocupaban el tiempo discutiendo de símbolos, derechos históricos y demás entelequias que de poco sirven para cumplir las expectativas que habían puesto en el Ejecutivo presidido por un Maragall socialista - Dios mío, socialista - embarcado en un nacionalismo decimonónico.
    Un extremeño, un aragonés, un andaluz trasplantado a Cataluña puede no desear el regreso a su región. Sus hijos han crecido en Lérida, en Barcelona, y allí tienen su piso, su trabajo, su futuro; pero parecen no existir políticamente, aunque su voto mayoritario haya ido a ICV o al PSC.
    Veremos cómo se cobran este olvido en las próximas elecciones. Y, si gana Convergencia, la izquierda encontrará todo tipo de explicaciones, pero no querrán ni acercarse a la verdad: que hoy, en España, izquierda y nacionalismo son dos conceptos antitéticos.

    domingo, junio 18, 2006

    China y el (escaso) valor de las palabras

    Anoche vi en la TV un documental sobre China. Quizá sea yo un poco cursi, o una purista rancia; pero me parece que es un insulto al rigor periodístico - y a la inteligencia de los ocasionales espectadores - aceptar sin mayores escrúpulos por parte de la autora que se trata de un país comunista: es una dictadura, sin más apelativos. Una dictadura como tantas que todavía quedan por el mundo. No hace falta ser un experto marxista para llegar a esa conclusión.
    En cuanto al éxito económico, ¡menudo milagro!: mil millones de personas sin derechos ciudadanos; las empresas occidentales ponen la tecnología y su red comercial y el gobierno chino aporta un sistema idóneo para ellas: nada de sindicatos, nada de elecciones libres - con el peligro de que el personal elija un gobierno progresista -, nada de seguridad social ni demás zarandajas. Y la UE se siente culpable por establecer restricciones a las importaciones de calzado y ropa: los fabricantes europeos que han deslocalizado sus factorías presionan, y los trabajadores que aquí se han quedado en el paro callan, por ignorancia, por miedo o por pura pereza.
    Claro que existe una forma más sibilina de "deslocalización", especialmente indicada para pequeños y medianos empresarios, con la cual se evitan incluso los costes de desmantelamiento y construcción de nuevas instalaciones en otro país: se contrata a trabajadores extranjeros sin papeles, se les mantiene en un régimen de semi esclavitud y dejas un pequeño remanente en caja para pagar la ridícula multa que te pondrá la Inspección de Trabajo si te pilla, que normalmente no te pilla, vaya.
    Terminó el documental, y yo me quedé hecha un lío: la China comunista no es comunista; pero, las democracias actuales, ¿son democracias? Y las reglas del juego, ¿son las que damos por sentadas, o realmente hay un discurso explícito por parte del Poder que no tiene nada que ver con la realidad? y ¿en qué manos está el Poder, cuando los Gobiernos aceptan unas reglas del juego que asumen la trampa? Más aún, ¿no se da hoy una subversión de las palabras, una suplantación de su significado real, para hacernos creer, entre los Amos y su prensa, que vivimos en un mundo que en realidad no existe sino en los discursos y declaraciones públicas de los primeros y los espurios reportajes de los segundos?

    sábado, junio 17, 2006

    Una imagen para empezar


    He invertido el resto de la tarde en averiguar cómo volver a entrar en la blog. Llamada a Escocia: mi hijo me orienta. Luego, quiero incluir una imagen. Me gusta esta vinca solitaria. Es una planta resistente a la sequía, y florece en cuanto capta la humedad. La vi por primera vez en el parque de El Retiro, hace ya... En fin: de casi todo hace ya muchos años.

    Tarde de sábado

    No ha sido tan difícil: ha bastado una tarde de sábado, todo el mundo ausente, malos programas en tv. y el periódico leído de arriba a abajo.
    Hay un silencio de tormenta ahí fuera, en las calles de Madrid. Aquí dentro, una clara necesidad de retar a la vejez que se acerca, adueñarme de todo lo que la vida me ofrece y aún puedo aprendeher. 61 años y un parón repentino en mis actividades normales - trabajo, salidas, política, cocinar para los amigos, ir de compras - a causa de un dolor lumbar perfectamente diagnosticado ( incurable, quizás paliado por alguna medicina que, de momento, me mantiene obligadamente en reposo), han sido suficiente estímulo para superar la timidez.
    No fotografías, de momento. No más datos personales que los necesarios para hacerme entender. La intimidad es algo sobrevalorado para mi generación, seguramente; sin embargo, es también una tentación disponer de un lugar desde el cual dirigirse a quién sabe quién.
    Soy mujer, por cierto. He sido guapa, aunque lo he sabido hace poco: no somos generosos para reconocer las cualidades de nuestros amigos y familiares. Que era inteligente lo supe enseguida, aunque tardé algo más en entender que la inteligencia es una característica que se distribuye entre la población siguiendo la curva de Gauss. Ser guapa y lista me ha servido en muchos aspectos, aunque en otros me ha creado algunos problemas. Pero hoy no me dará tiempo a explicarlo todo.
    Me casé con 26 años. Mi matrimonio fue un éxito mientras duró. Tengo un hijo de 30 años. Nos entendemos bien.
    Estudié Psicología, aunque nunca me he dedicado verdaderamente a ello: mi verdadera vocación son los servicios sociales; vocación tardía, por cierto, pero que me agarró con fuerza.
    ¿Qué hago aquí, en un medio que fundamentalmente pueblan los jóvenes? ¡Y yo qué sé! Supongo que dar voces, a ver si alguien contesta.
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