China y el (escaso) valor de las palabras
Anoche vi en la TV un documental sobre China. Quizá sea yo un poco cursi, o una purista rancia; pero me parece que es un insulto al rigor periodístico - y a la inteligencia de los ocasionales espectadores - aceptar sin mayores escrúpulos por parte de la autora que se trata de un país comunista: es una dictadura, sin más apelativos. Una dictadura como tantas que todavía quedan por el mundo. No hace falta ser un experto marxista para llegar a esa conclusión.
En cuanto al éxito económico, ¡menudo milagro!: mil millones de personas sin derechos ciudadanos; las empresas occidentales ponen la tecnología y su red comercial y el gobierno chino aporta un sistema idóneo para ellas: nada de sindicatos, nada de elecciones libres - con el peligro de que el personal elija un gobierno progresista -, nada de seguridad social ni demás zarandajas. Y la UE se siente culpable por establecer restricciones a las importaciones de calzado y ropa: los fabricantes europeos que han deslocalizado sus factorías presionan, y los trabajadores que aquí se han quedado en el paro callan, por ignorancia, por miedo o por pura pereza.
Claro que existe una forma más sibilina de "deslocalización", especialmente indicada para pequeños y medianos empresarios, con la cual se evitan incluso los costes de desmantelamiento y construcción de nuevas instalaciones en otro país: se contrata a trabajadores extranjeros sin papeles, se les mantiene en un régimen de semi esclavitud y dejas un pequeño remanente en caja para pagar la ridícula multa que te pondrá la Inspección de Trabajo si te pilla, que normalmente no te pilla, vaya.
Terminó el documental, y yo me quedé hecha un lío: la China comunista no es comunista; pero, las democracias actuales, ¿son democracias? Y las reglas del juego, ¿son las que damos por sentadas, o realmente hay un discurso explícito por parte del Poder que no tiene nada que ver con la realidad? y ¿en qué manos está el Poder, cuando los Gobiernos aceptan unas reglas del juego que asumen la trampa? Más aún, ¿no se da hoy una subversión de las palabras, una suplantación de su significado real, para hacernos creer, entre los Amos y su prensa, que vivimos en un mundo que en realidad no existe sino en los discursos y declaraciones públicas de los primeros y los espurios reportajes de los segundos?
1 Comments:
Estoy encantada de haberte encontrado. Tengo que leerte con mas calma. Este post me deja confusa pues podría suscribir todo lo que en él dices.
Yo no tengo un espacio al que poder invitarte, todavía, pero se que volveré por tu territorio.
Saludos
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