1949. MI FAMILIA ( I )
Mi padre tiene cincuenta y cinco años, es alto y rubio como la cerveza, dice mi madre, cantando la canción de la Conchita Piquer. En la guerra fue de la quinta del reuma, pero cuando vio cómo iban las cosas se pasó de bando y entró en Madrid con los nacionales, por eso pudo mantener la plaza de sereno y dice que gracias a eso comemos ahora, porque para ser sereno el Ayuntamiento te tiene que dar la plaza, un permiso y un número, y dejan escrita cuál va a ser tu demarcación, aunque luego no te dan un sueldo ni nada y sólo ganas lo que saques de propinas por abrirle el portal a los vecinos y por vigilar que los ladrones no entren en los comercios.
Mi padre tiene una plaza estupenda en unas calles que dan fiestas por la noche y a veces nos trae pasteles dulces y pasteles salados con bolitas negras, queso y un pescado naranja que sabe a humo y me da arcadas. En verano trae melones de Villaconejos que le dan los meloneros por cuidarles el puesto que ponen en la calle. Está preocupado porque dice que los curas quieren que se cierren esas casas y se va a tener que ir a otro sitio a serenar, pero primero tiene que encontrar a alguien que le compre esta plaza para luego comprar él otra, y no puede hacerlo más que con alguien conocido y de mucha confianza, porque el Ayuntamiento no tiene que enterarse de nada; por eso los serenos son todos o gallegos o asturianos.
A mi padre lo que más le gusta, después de Asturias, es ir a echar la partida por la tarde a lo de Dimas, que es un restaurante asturiano que está cerca de casa; se va después de comer y vuelve justo para cenar; cuando ha perdido se le nota en que siempre dice que la comida está fría. Luego se pone el chaleco de cuero con los bolsillos para las llaves y el guardapolvos, coge la gorra con su número y el chuzo y se marcha hasta la mañana siguiente; sólo puede acostarse cuando se levanta mi hermana Mari para ir a trabajar, porque mi hermana duerme con mamá, que para eso es la mayor. Mi padre tiene que dejar encima de la mesa del comedor unos montoncitos con las perras chicas y las perras gordas y las monedas de un real para que mi madre pueda hacer la compra y ahorrar un poco y pagar la sociedad médica; él se pone el resto debajo de la almohada y luego se lo gasta en billetes de lotería a ver si le toca el gordo y salimos de la miseria; Mari me ha enseñado que veinte perras chicas o diez perras gordas o cuatro reales valen lo mismo: una peseta, y por eso no puedo coger nada porque mi madre se enteraría enseguida porque todos los días mi padre le deja la misma cantidad..
Los domingos mi padre se levanta a la una, baja a comprar vino y sifón para comer y a mí me da un poquito. Si luego salimos de visita, se pone traje, zapatos y sombrero; en mi barrio nadie lleva sombrero ni traje, pero él estuvo en la Argentina de mozo de comedor de unos millonarios y allí se acostumbró a llevarlo y le sienta divinamente, por eso mi mamá se enamoró de él.
Mi padre tiene una plaza estupenda en unas calles que dan fiestas por la noche y a veces nos trae pasteles dulces y pasteles salados con bolitas negras, queso y un pescado naranja que sabe a humo y me da arcadas. En verano trae melones de Villaconejos que le dan los meloneros por cuidarles el puesto que ponen en la calle. Está preocupado porque dice que los curas quieren que se cierren esas casas y se va a tener que ir a otro sitio a serenar, pero primero tiene que encontrar a alguien que le compre esta plaza para luego comprar él otra, y no puede hacerlo más que con alguien conocido y de mucha confianza, porque el Ayuntamiento no tiene que enterarse de nada; por eso los serenos son todos o gallegos o asturianos.
A mi padre lo que más le gusta, después de Asturias, es ir a echar la partida por la tarde a lo de Dimas, que es un restaurante asturiano que está cerca de casa; se va después de comer y vuelve justo para cenar; cuando ha perdido se le nota en que siempre dice que la comida está fría. Luego se pone el chaleco de cuero con los bolsillos para las llaves y el guardapolvos, coge la gorra con su número y el chuzo y se marcha hasta la mañana siguiente; sólo puede acostarse cuando se levanta mi hermana Mari para ir a trabajar, porque mi hermana duerme con mamá, que para eso es la mayor. Mi padre tiene que dejar encima de la mesa del comedor unos montoncitos con las perras chicas y las perras gordas y las monedas de un real para que mi madre pueda hacer la compra y ahorrar un poco y pagar la sociedad médica; él se pone el resto debajo de la almohada y luego se lo gasta en billetes de lotería a ver si le toca el gordo y salimos de la miseria; Mari me ha enseñado que veinte perras chicas o diez perras gordas o cuatro reales valen lo mismo: una peseta, y por eso no puedo coger nada porque mi madre se enteraría enseguida porque todos los días mi padre le deja la misma cantidad..
Los domingos mi padre se levanta a la una, baja a comprar vino y sifón para comer y a mí me da un poquito. Si luego salimos de visita, se pone traje, zapatos y sombrero; en mi barrio nadie lleva sombrero ni traje, pero él estuvo en la Argentina de mozo de comedor de unos millonarios y allí se acostumbró a llevarlo y le sienta divinamente, por eso mi mamá se enamoró de él.
33 Comments:
Tuviste una vida de libro. O tal vez sea que eres capaz de expresar tus recuerdos con ese matiz de dulce melancolía que describe personajes en vez de personas.
Pow,
si tienes a tu favor un puñao de años y un montón de recuerdos, cierta capacidad de síntesis y la voluntad de sacarlo p'afuera, te salen las instantáneas tan nítidas que parecen obra de un profesional, pero no: ese era mi padre según mi memoria de entonces.
Hay otro, enseguida, cuando enfermó de Parkinson y tenía arteriosclerosis, pero esa es otra historia. :-)
Un beso.
Realmente merece la pena que sigas haciéndonos partícipes de tu historia. Entre lo bien que lo escribes y el cariño que se siente en las letras, es como poder verte a ti, a tu padre, a tu madre, a tu hermana... por la mirilla del pasado.
Sigue.. por favor :)
Isthar,
Pues estáis perdidos, porque me ha dado la vena y no pienso parar hasta que acabe con el dichoso 1949.
Gracias por los piropos.
Un beso.
Roque,
¡Yo no tejo nada!
Pero seguro que si preguntas a mis hermanas te contarán una historia muy diferente, aunque debo reconocer que tengo muchiiiiiiiisima más memoria que ellas y se quedan pasmadas de que recuerde cosas que mi familia no ha vuelto a mencionar...
Un beso.
Tiene el sabor al Jarama de Ferlosio o La Forja de un Rebelde de A. Barea y el orgullo de quien ama y se reconoce en los suyos.
Dios mío, demasiado para una sola alma y un corazón limpio. Te honran tus palabras.
Cuanto te admiro, cuanto te necesito y cuanto preciso que no dejes de escribir.
Un beso Eulalia.
Aviador,
gracias. Gracias todas las veces que hagan falta para que entiendas cuánto me hace falta a mí que me leas.
Un beso.
Yo te leo todo lo que estás escribiendo. Ya sabes lo que me gusta, pero muchas veces no digo nada porque me sale muy ñoño el comentario y no lo termino de publicar.
Con esto de hoy se me pone la piel de gallina (ya lo ves, ñoñería). Pienso en cómo se buscaba entonces la gente la vida, no habría más remedio, vale, pero qué echaos palante que eran.
Eulalia, leerte es casi entrar de tu mano en el 49.
Hay recuerdos que se convierten en sensaciones, y volvemos a vivirlos una y otra vez.
Espero que acabes el 49 y empieces el 50.
Genial, me encanta. He leído de un tirón, y hacia atrás, los post del 49 y ya echo de menos el siguiente.
Me gustan hasta tus punto y comas, tan marginados, los pobres.
Más!!!
besos
Suri kata,
¡Y qué remedio, jamía! "ganarse la vida" no era una frase hecha, sino una realidad diaria: en cuanto el personal se despistaba un momento se moría de hambre (aunque yo no era en absoluto consciente de ello, por supuesto).
Un beso.
¡Ah, no, Viuda!
Esto se acaba con el año, aunque todavía tengo cuerda, entre familia y pequeñas historias...
Un beso.
Manuel h,
Mis puntos y mis comas son unos niños mimados: de marginación, nada, que luego me critica Pow ;-)
Un beso.
Pues soy igual que tu padre con lo de los billetes de loteria jeje, aunque yo nunca me gano nada, pero tengo la esperanza querida.
Muy chido tu texto, me encanta lo que estás escribiendo.
Por cierto, eso de Papaco en el texto de abajo me hizo reir jaja
:( Pobrecito
Besos
Realmente una manera fluida de entrar en la historia de nuestras familias (porque llamarlo 'solo España' en general?) mucho mas reciente de lo que muchos piensan.
Enhorabuena y gracias.
Siempre es interesante leer las vivencias de los demás. Gracias por abrirnos un agujerito para poder "ver" tus recuerdos.
Chilanga,
Ya sé que te gusta lo de la lotería: lo he leído en alguno de tus post. Por cierto, no puedo poner comentarios en tu blog, no sé por qué.
Un besito.
Pirate,
fue hace muchos años pero, en la medida en que aún muchos estamos vivos, nos conmueve.
Un beso.
Zebedeo,
gracias por leerlos. Antes de la era Internet, tus batallitas sólo eran para tus nietos, a no ser que fueras un personaje de relumbrón.
Ahora, ya ves...
La suerte es que, como no tengo nada que ganar ni que perder, puedo permitirme el lujo de contarlas tal cual.
Un beso.
Mi tío también era sereno!!! Me ha gustado el detalle ese de que cuando pierde siempre dice que la comida está fría. Me ha parecido tierno, fíjate.
Me parece estar viendole...
Me gusta la forma de enamorarse de tu madre, canturreando por lo bajito las canciones de la piquer y el mal perder de tu madre.
Todas las vidas deben ser contadas. Estoy seguro de que a la muerte le tiene que joder un rato....
Se feliz Eulalia
Para, creo que...
¿Tu tío era gallego, o asturiano? Porque sólo conocí a uno que fuera andaluz, y era precisamente el de mi barrio...
Me alimenta mucho que encontréis la gracia a ciertos detalles que los pongo sólo porque están ahí y no puedo obviarlos.
Un beso.
Me he encantado lo de la perrra gorda y la perra chica... lo que nos hemos podido reir siempre con mi hermana cada vez que mi madre le preguntaba cuánto era cada una!!!
por cierto que yo ni idea tengo de cuanto era...
toxcalt,
Y a mí, y a mí...
Un beso.
¿Mi padre mal perder? ¡Qué vaaaaa!
Y sí: a la muerte le tiene que fastidiar cantidad que décadas después de habérselos llevado anden en la memoria de unos y puedan ser imaginados por otros.
Que se joda la muerte.
Un beso.
Halo,
Quería explicarlo en el post: vuelve a leer y cuenta, anda, aunque sea con los dedos. :D
Un beso.
Diógenes,
era como los taxistas: sacaban una licencia y ¡a correr!, solo que no llevaban taxímetro :D
Y yo también he pensado muchas veces que parejas de vigilantes nocturnos con cargo al municipio y por barrios no estarían mal...
Un beso.
Oh Eulalia, qué gozada. Quiero seguir leyendo más y más. Precioso, tierno e inocente,sumado a una realidad cotidiana que me traslada a tu casa, compartiendo mantel contigo, chiquitita.
Maik,
en mi casa no había mantel, hijo, sino un hule horroroso que se iba deshilachando por las esquinas y que mi madre fregaba todos los días.
Me alegro que te guste, y supongo que lo de "chiquitita" va por la de entonces: qué lío con eso de ser yo la misma, pero no.
Un beso.
Veo a tu padre con su sombrero, y también lo veo divinamente, con razón tu mamá se enamoró de él. seguro de peque tu también lo estabas un poco, ¿o no?
El pescado naranja que sabe a humo, ¿será el salmón ahumado?A mi todavía me da arcadas.
Un abrazo!
Roxi:
no hija mía: mi padre era demasiado viejo y me hacía demasiado poco caso para enamorarme...
Creo que mis figuras masculinas estaban todas en la pantalla...
Si, pienso que el pescado naranja sólo podía ser salmón o trucha ahumada, y sigue sin gustarme.
Un beso.
Estoy leyendo muchos capítulos de tu historia, y me encantan.
Te seguiré leyendo!
Recuerdo mucho el libro de "La Forja de un Rebelde". Aunque son sucesos de antes y durante la Guerra Civil, relata también la vida pintoresca de barrio.
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