1962
En el barrio la miseria ya no era la regla: ahora reinaba una cutrez teñida de remesas de los que se habían marchado a Alemania o a Suiza, de colonia a granel, peinados a lo Brigitte Bardot, televisores en blanco y negro, vespas, motocarros y biscuters, y todos hacíamos nuestras cuentas: tanto para el plazo de la lavadora, tanto para la sociedad médica, tanto para el ajuar, tanto...
Para entonces, yo era una jovencita que pasaba por crisis de misticismo, tenía un novio emigrante, me pintaba los ojos exageradamente, adoraba a Elvis, Domenico Modugno, Paul Anka, los Pekenikes y el Dúo Dinámico, escribía un diario y tenía una amiga poco recomendable con quien me escapaba a alguna sala de baile de mal tono porque allí los chicos bailaban el rock&roll mejor que en ningún guateque.
Leía a Dostoyewski, a S. Maugham, a Lajos Zilahy, a Conan Doyle, a Maupassant, a Zola. Leía desordenadamente: en el autobús, en el parque, en los tiempos de descanso en la oficina y por las noches, en el comedor, cuando mi madre y mi hermana ya se habían acostado. Mi hermano llegaba una o dos horas más tarde, algo borracho, algo triste, algo necesitado de hablar con alguien. Me contaba la película que había visto, imitando el gesto de Humphrey o de Frank, así, con la mano en el bolsillo, las piernas algo separadas, renunciando a todo por un ideal, esos son hombres y no los blandos que andan por ahí. Yo escuchaba, a veces con admiración y otras solo con paciencia, ese discurso de voiyeur de la vida, perdedor lúcido e irrecuperable.
Me moría de sueño: siempre tenía sueño.
Ella envejecía a la vez que sus ilusiones, viendo cómo su hijo se quedaría soltero, su marido comenzaba a mostrar signos de deterioro mental, su hija mayor volvía a quedar embarazada en cuanto se recomponía de la anterior cesárea, la mediana estaba más o menos encarrilada pero la pequeña se le escapaba por días de una manera que no era la que ella había planeado.
Llegaba tarde, o no tenía ganas de cenar, o me hacía un jersey demasiado moderno, o se me rompían las medias y necesitaba otras, o el recibo de la luz mostraba a las claras mis deshoras, o... Cualquier motivo era suficiente para disparar su retahila de lamentaciones, amenazas, acusaciones, sarcasmos, con el silencio cómplice de Tití y la desatención de mi padre. Nunca ante mi hermano, si bien es verdad que él paraba poco en casa o se encerraba en su habitación a dormir y no hubiera habido mayor sacrilegio que despertarle.
Porque ella tenía su plan: la niña era guapa y lista, pero se había dejado quitar la virginidad, de modo que había que casarla cuanto antes. No estaba el mundo para dejar que fuera a Inglaterra de au pair, o coqueteara con otros muchachos, o tuviera ideas propias. La niña, sin embargo, no había olvidado que no se le había permitido estudiar magisterio, y en enero de ese año le vino a decir que, si no quería caldo, se había apuntado en una academia a estudiar el curso preuniversitario*.
Nos odiábamos. Nos odiábamos con una ferocidad sólo pareja a la de nuestras frustraciones.
* Equivalente a COU.
Para entonces, yo era una jovencita que pasaba por crisis de misticismo, tenía un novio emigrante, me pintaba los ojos exageradamente, adoraba a Elvis, Domenico Modugno, Paul Anka, los Pekenikes y el Dúo Dinámico, escribía un diario y tenía una amiga poco recomendable con quien me escapaba a alguna sala de baile de mal tono porque allí los chicos bailaban el rock&roll mejor que en ningún guateque.
Leía a Dostoyewski, a S. Maugham, a Lajos Zilahy, a Conan Doyle, a Maupassant, a Zola. Leía desordenadamente: en el autobús, en el parque, en los tiempos de descanso en la oficina y por las noches, en el comedor, cuando mi madre y mi hermana ya se habían acostado. Mi hermano llegaba una o dos horas más tarde, algo borracho, algo triste, algo necesitado de hablar con alguien. Me contaba la película que había visto, imitando el gesto de Humphrey o de Frank, así, con la mano en el bolsillo, las piernas algo separadas, renunciando a todo por un ideal, esos son hombres y no los blandos que andan por ahí. Yo escuchaba, a veces con admiración y otras solo con paciencia, ese discurso de voiyeur de la vida, perdedor lúcido e irrecuperable.
Me moría de sueño: siempre tenía sueño.
Ella envejecía a la vez que sus ilusiones, viendo cómo su hijo se quedaría soltero, su marido comenzaba a mostrar signos de deterioro mental, su hija mayor volvía a quedar embarazada en cuanto se recomponía de la anterior cesárea, la mediana estaba más o menos encarrilada pero la pequeña se le escapaba por días de una manera que no era la que ella había planeado.
Llegaba tarde, o no tenía ganas de cenar, o me hacía un jersey demasiado moderno, o se me rompían las medias y necesitaba otras, o el recibo de la luz mostraba a las claras mis deshoras, o... Cualquier motivo era suficiente para disparar su retahila de lamentaciones, amenazas, acusaciones, sarcasmos, con el silencio cómplice de Tití y la desatención de mi padre. Nunca ante mi hermano, si bien es verdad que él paraba poco en casa o se encerraba en su habitación a dormir y no hubiera habido mayor sacrilegio que despertarle.
Porque ella tenía su plan: la niña era guapa y lista, pero se había dejado quitar la virginidad, de modo que había que casarla cuanto antes. No estaba el mundo para dejar que fuera a Inglaterra de au pair, o coqueteara con otros muchachos, o tuviera ideas propias. La niña, sin embargo, no había olvidado que no se le había permitido estudiar magisterio, y en enero de ese año le vino a decir que, si no quería caldo, se había apuntado en una academia a estudiar el curso preuniversitario*.
Nos odiábamos. Nos odiábamos con una ferocidad sólo pareja a la de nuestras frustraciones.
* Equivalente a COU.
49 Comments:
Y supongo que en el fondo os queriais... Porque suele ocurrir. YO me fui de casa con 18 años y tres meses porque no soportaba, literalmente, vivir un segundo más con mi madre. Era incapaz de respetar mi espacio, mi vida, mi todo... Así que me fui, y como a mi me lo perdonaba todo porque su vida era y sigo siendo yo, decidió culpar de por vida a mi novio de entonces... Cosas de madres. ¿Será por eso que yo no quiero tener hijos?
Besitos
ESTHER H,
No sé qué edad tienes tú, pero en mi época la mayoría de edad era a los 21, y en el caso de las mujeres no se podían marchar de casa, como no fuera para casarse o meterse monja, hasta los 23.
Podían mandar a la policía en tu busca.
Un beso.
Como cambia el mundo, y en culturas distintas las costumbres son mucho más diferentes... El apego al hogar en Latinoamérica es de ley y la mayoría de edad es a los 18. El tiempo no pasa por que sí y nada más, al mirar atrás vemos tantas cosas, o terriblemente pocas, pero la familia se queda, aquí o allá.
Distinguida Eulalia:
Dispénseme la intromisión, yo se que las migas las ha hecho con el señor Cónsul, y yo aquí juego sólo de reserva, pero creo que su blog me ha gustado de sólo verlo. Prometo leer detenidamente sus entregas.
Desde ya un abrazo, agnóstico ( ma non troppo) y completamente fumador.
Oliveira
Esa última frase: "Nos odiábamos. Nos odiábamos con una ferocidad sólo pareja a la de nuestras frustraciones."
Creo que resume muchas historias madre-hija...sólo que algunas no nos atrevemos a escribir semejante cosa.
Chau
Recuerdo muy bien eso de los veintitres, un verano en qué fuí de viaje con una amiga -me faltaba poco para la 'mayoría'- un poli me echó una bronca, en el tren, porque no llevaba la autorización de mi padre -padre, no padres, ni madre-.
Las relaciones familiares siempre son difíciles (recuerdo una conferencia de Amos Oz en la cual explicaba que él siempre escribe sobre familias infelices, que son prácticamente todas -más o menos, cito de memoria-), en aquel tiempo las chicas no podían hacer prácticamente nada. Incluso estudiar estaba mal visto, aún más si eras pobre, el desclasamiento también era algo peligroso.
Que tiempos. Más cosas: si una chica era de pueblo, teía un novio largo tiempo, aunque no hubiese pasado 'nada irremediable' y él la dejaba, allí ya no se casaba porque estaba 'tocada'. Recuerdo como mis primas, mayores que yo, tenían que venir a Barcelona, a trabajar, si querían casarse, cosa que hicieron. Se ve que en las ciudades grandes todo el monte era orégano y no se miraba tanto la cosa: el que afuera va a casar o va engañado o va a engañar...
Felicidades por el blog, me encanta porque soy también de la década de los cuarenta. Creo que el ambiente de barrio, en las ciudades, era muy parecido. De hecho, todos los humanos nos parecemos bastante, jeje. Las relaciones madre-hija suelen ser traumáticas, como dice patus a veces no nos atrevemos ni siquiera a pensar en odios, pero existen, llenos a veces de celos y otros extraños sentimientos. Lo cual no quita que no haya también cariño, amor o como se le quiera llamar. La idealización de la maternidad ha obviado el tema, pero la literatura va llena de ejemplos de esa relación. Todavía hoy, en ´muchos casos, es la madre la que 'reprime' las ansias de libertat de las hijas, más que el padre. Pasa con los estudios, con el vestuario, incluso con la ablación... Recuerdo aquella peli, 'Las mujeres de verdad tienen curvas', en la cual la madre es la que se siente más frustrada ante los estudios de la hija. Un día se la puse a mi madre, para ver si 'recordaba' pero no se dio por aludida... un tema espinoso.
Precioso.¿Cómo sabía tu madre lo de la pérdida de tu virginidad?
Bueno, que decir; tu madre te queria a su manera; la mia tenia una manera harto extraña de demostrar un supuesto cariño que nunca me tuvo.-
A esa edad todos hemos tenido planes diferentes a los que tenían para nosotras nuestras madres.
Y es la época en la que el odio parece ocultar el amor que en el fondo, prevaleció siempre ;)
Un abrazo
Hola Eulalia, otra vez. Por partes: Soy Esther, la misma de "lo que las palabras no dicen", pero resulta que hay otra bloggera con mi nombre (supongo que hay muchas, vaya) pero firma igual que yo lo hacía, así que para evitar confusiones, opté por reivindicar mi H, la letra muda de mi nombre y la que más dice.
Aclarado esto, en cuanto a mi edad, tengo 34, en diciembre 35. Pero lo de irme a esas edades de casa lo apuntaba sólo como apoyo a la afirmación de que la relación con mi madre era tan inaguantable que nada más la ley me lo permitió, me fui de su casa, por incompatibilidad de caracteres.
Besitos
NAZARET,
en todas las encuestas, los españoles nos referimos a la familia como el primero de nuestros intereses.
Otra cosa son las relaciones de amor.odio y los distintos sentimientos que se generan en su seno ;)
Un beso.
OLIVEIRA,
Le dejé recado en el blog del Cónsul, ya que usted, de momento, carece de él.
Las amistades pueden cultivarse en paralelo, e incluso en perpendicular, de modo que no se tenga complejos, y pásese por aquí cuando desee.
Un beso
PATUS,
A tu edad yo me hubiera sentido culpabilísima sólo de pensarlo...
Un beso.
JÚLIA,
así hemos salido: mujeres fuertes por fuera y de cristal por dentro, siempre dando la cara y recomponiéndonos.
En fin. Vivir para contarlo.
Un beso
MOLINERA,
Tengo amigas con hijas que para nada las reprimen.
Creo que la familia, como la política, es una institución humanísima y absolutamente imprescindible, hoy por hoy; otra cosa es cómo se gestiona :-DD
Un beso
LINDO DON DIEGO,
Mi madre era omnisciente en lo que a mis andanzas se refiere; en cuanto a los medios que utilizaba para sus averiguaciones, ni la KGB. Ya contaré.
TOXCATL,
Los seres humanos somos insondables; espera unos años y quizá encuentres dentro de tí otra verdad complementaria...
Un beso.
ISTHAR,
Es así, como dices. Por eso he elegido mis 18.
Un besuco.
Pues menos mal que madre no hay más que una.
Pues yo debo seguir anclado en los dieciocho. Porque mi relación con mi madre sigue las mismas pautas que explicas.
Debías ser un vendaval por aquella época. Y dudo que ese viento haya amainado.
Al menos hay algo que no ha cambiado, sigues escribiendo un diario, pero esta vez con forma de blog. Hay que adaptarse...
Mi querida Eulalia:
Deje sus mensajes en lo del Cónsul o en lo de Solís, da lo mismo y se lo agradeceré de todas formas. No tendré mi blog, pues ando por la vida de comentarista al márgen, que es una forma divertida de hacerle frente a las desventuras y, sobre todo,a las aventuras.
Veo que hay numerosos comentarios a su entrega de ayer. Por mi parte, sólo debo decir que tuve a los 18 una madre que supo estar cuando lo necesité. Después, cuando tenía 30 la seguía teniendo cerca y fue aún más amiga. Pero no todo es perfecto pues cuando mejor nos llevábamos vino la parca y se la llevó. De ahí mi agnosticismo ma non troppo.
En todo caso, lo suyo fue una hermosa viñeta de lo que le tocó vivir. A ver si un día le echamos una miradita a las semejanzas y diferencias culturales.
Muchos abrazos y otros tanto besos.
Oliveira
Supongo que pasa mucho y que pasa demasiado. Luego uno se infla a echar de menos, cuando ya es tarde o cuando ya se ha desperdiciado demasiado tiempo. Pero imagino que forma parte de la condena
Se feliz
P.D A Me parece que yo también soy más clásico de lo que pensaba
TIPO DE LA BROCHA,
Precisamente por eso :DD
Un besuco.
POW,
Si: lo quería todo, lo miraba todo, lo aprendía todo, y no admitía otros límites que los que yo misma me imponía. Como cualquier adolescente, que aún lo era.
Luego mi madre se dio por contenta cuando vio que me casaba por la iglesia.
Fue la primera persona que me partió el corazón.
Un beso.
MANUESPADA,
si: hay cosas que no cambian. He pasado años enteros sin escribir... Parece que ahora me estoy recuperando ;-)
Un beso.
MAGO,
mi madre aún tuvo tiempo de verme esposa y madre a mi vez.
Pero nunca volvió a ser lo mismo.
Supongo que hay puertos a los que no se puede volver.
Un beso.
Hubo un abismo generacional. Se estaba derrumbandola familia que con tanto ardor defendian en los púlpitos. Era una moral descabellada y castradora. Cuando no hay libertad todo es mucho más oscuro. Luego esta el carácter de cada uno y la familia es un mundo dentro de otro mundo.
Tu memoria es la mia.
Cerillo,
mi madre no veía la iglesia más que en bodas, bautizos y comuniones; mis hermanos mayores hubieron de ser bautizados con siete u ocho años...
Lo que tenía claro es que salirse del cauce era peligrosísimo en aquellos momentos.
Supongo que se temía que yo terminara puta o anarquista y diera con mis huesos en la cárcel.
Me gusta tu despedida.
Un beso.
¡Qué lindo Eulalia!
Primero nos introduces en el tiempo con la crisis de misticismo (quién no la vivió alguna vez) y después mencionas a Domenico Modugno 8que aunque no es de mi época todavía lo escucho).
Amigos poco recomendables ...
son los mejores en ciertas épocas de la vida, al igual que las lecturas desordenadas y compulsivas.
La imagen de tu hermano perdedor lúcido e irrecuperable, me pareció hermosa a pesar de la gran tristeza que me genera.
Y todo esto complejo y variado, no es más que el entorno de la crisis y enfrentamiento con tu madre. Una vez más me voy con la idea de que eres una mujer muy decidida y de "armas tomar" como dicen. Niña guapa, lista y autónoma, en que hermosa mujer te convertiste, con todas tus convicciones, me emocionas.
Un abrazo!
:)
Te imaginaba así, rebelde y lectora. Y ser así entonces sí que debía ser chungo...
Como se dan las relaciones entre madres e hijas. Yo tengo una rebelde hermana de 14 años la cual hace caso a todo lo que digo, me considera como su padre y amigo, a mis papás solo los sobrelleva, la veo y pienso que entre nosotros dos solo nos llevamos nueve años y las cosas han cambiado mucho en referencia a cuando yo tenía su edad.
Tu, has sido toda una heroína, rebelarte ante una madre con aquella educación moral de esos tiempos, simplemente increíble.
Tengo un cariño por este blog y el de Marga increíbles. Las dos ilustran tan bien.
- La reveldía la traias desde niña .( te acuerdas de la acelga )
Que mejor que ser revelde y pelear por nuestros ideales cuando empieza la época de construir la vida .
Enfrentamientos generacionales ...
siempre se repetirán , eternamente ...
saludos .
El amor coce las 'descoceduras' generalcionales...el ciclo es eterno...hereditario :-))))
Yo ahora me encuentro con respecto a mis hijos en el mismo lugar donde yo puse a mis padres cuando entonces decia que no me entendian...oh, me hicistes recordar un monton de episodios!!
Siempre es buena experiencia defender las propias ideas empezando a medirlas con otras desde joven, sobretodo hoy en dia hay que aprender rapido y temprano a defenderse...
Un abrazo, Eulalia!!
He leido en un comentario anterior algo de que:" mi madre se dio por contenta cuando vio que me casaba por la iglesia. Fue la primera persona que me partió el corazón"
¿Tu madre?
No. Supongo que te refieres a tu primer marido. Eso quiere decir que luego te lo han partido más veces. Pues muy mal aprendizaje ¿no?. Bueno, tampoco. Lo que pasa es que la piedra en la que se suele tropezar tan a menudo, siendo la misma, adopta distintas y deslumbrantes formas.
¡Con 18 años el mundo parece tan urgente y apetitoso!
Me gusta, sobre todo, la música de fondo. Un beso
Los que mayores desgracias suelen causarnos son muestro padres o las figuras que representen el poder sobre nosotros, por no escuchar, simplemente. Eso me ahuyenta del hecho de serlo. No quiero joderle la vida a nadie con mis gilipolleces. Besos.
Debe ser inevitable el conflicto en la relación madre-hija, aunque pretendas tener el mejor rollo del mundo. Mi guerra particular la tengo ahora contra esa moda adolescente tan sana de salir a partir de las 12 de la noche. Puñetera protección que te sale del alma.
En fin, que siempre tiene que haber algo.
Lo malo en tu caso fue que tus hermanas previamente no te allanaron el camino, facilita mucho que la madre ya esté un poco acostumbrada de antes.
Eres una luchadora admirable. Yo lo tuve más fácil: mis padres y mis hermanos me auparon a la universidad en el 64. El resto del ambiente muy similar, aunque el mío quizás más pueblerino. La música de gueteque, la misma. Un beso.
ROXI,
qué amorosa eres, hija mía.
Por estas historias es por lo que me pongo de los nervios cuando se habla de que si la juventud de hoy.
Joé, como si nosotros no hubiéramos cruzado la raya un montón de veces.
Ya os contaré, ya...
Un beso.
MANOLOTEL:
sujeto: mi madre. Mi madre fue la primera persona que me partió el corazón: no le gustaba y me lo decía a todas horas.
Y murió sin retractarse.
Un beso.
SURI KATA
mis hermanas fueron modelo de corrección moral, social, política, económica, medioambiental...
Ahora se han quedado un poco anticuadas; claro que, con setenta y tres la una y setenta la otra, tampoco es para hacerse cruces.
Y, sí: los conflictos son inevitables, porque han de existir reglas y éstas deben ir cambiando.
Un beso.
YAYO SALVA,
Claro. España era Una, aunque no tan Grande y, desde luego, nada Libre.
Y, más que luchadora, soy terca. :)
Un beso.
El tema, la atmósfera, la narración...creo que lo último es loq ue ams me gusta.
A veces cuando pienso en mandar a la mierda esto de leer blogs, me hallo con oasis como éste, genial, eso me encanta. La capacidad que tienen los otros de poder osrprendernos.
Cuántas cosas me recuerda este post.
Que complicadas las relaciones cuando los hijos nos rebelamos!
Un saludo, Eulalia.
the times they are a'changin?????
SERGISONIC
Mi inglés es tan pedrestre que ni siquiera me alcanza a entender tu pregunta. :(
Un beso.
Supongo que entonces la diferencia generacional era mucho más palpable de lo lógico o normal.
Pero me da a mí que hoy estará orgullosa fíjate, de tus refajos, de tu preu y de todo lo que vino gracias a ambos.
GLAUKA,
Mi madre dejó de estar orgullosa de mí cuando cumpli los doce, más o menos.
Y no rectificó.
Un beso.
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