• quintadel44: 1949 LENTEJAS CON HISTORIA

    domingo, octubre 08, 2006

    1949 LENTEJAS CON HISTORIA

    Ahora hay restricciones; dicen que como es verano no se necesita tanta luz: serán los de los exteriores, porque nosotros tenemos que tener la bombilla del comedor encendida o no se ve tres en un burro. De todas maneras, nos cortan la luz cuando les da la gana: ayer nos pasó cuando estábamos Pili, mi madre y yo escogiendo lentejas y tuvimos que esperar, a ver si volvía, con una vela. Mientras tanto mi madre, como no podíamos hacer nada, nos estuvo contando la historia de cuando ella volvió con mi padre a España desde Argentina.

    Dice que eran novios desde hacía por lo menos cinco años, y allí estaban tan bien, ella de doncella y él de mozo de comedor, aunque en casas distintas. Tenían dinero ahorrado y mi padre incluso había comprado una estancia en Córdoba (la de Argentina) y se iban muchas veces a bailar a la Casa de España y a pasear.

    Un día mi padre recibió una carta porque mi abuelo se había puesto muy enfermo y entonces mi padre dijo que quería verle antes de morir, así que se casaron el día de Navidad y se vinieron a España de viaje de novios. Mi madre pensaba que después se volverían a Buenos Aires, pero como todos los hermanos de mi padre estaban solteros, eran hombres y ya eran muy mayores para encontrar una novia,y en Asturias hereda todo (menos la legítima) el mayor de los que estén casados, ella se dio cuenta enseguida de que iba a tener que quedarse allí a trabajar con las vacas y en los prados y a sacar patatas y a hacerles la comida a todos sus cuñados y no le daba la gana.

    Entonces se fue al cura y le dijo que necesitaba una novia para mi tío Lulo, que ya tenía cuarenta y cinco años y parecía un poco simple por lo tímido que era, aunque cuando se le conoce resulta muy simpático. A mi padre lo de quedarse en la aldea le gustaba, porque si se había ido a la Argentina era para no tener que ir a la guerra de África, no por otra cosa. No pensaba que mi tío pudiera organizar una boda deprisa y corriendo; mira por donde los pocos días el cura llegó diciendo que había una moza huérfana que no quería estar en su casa porque vivía con el hermano y la cuñada, que la trataba como a una cenicienta, y que podían presentarlos, a ver qué pasaba.

    Y pasó que se casaron enseguida. Esto era en el año 1929 y mi padre no pudo enfadarse porque el primero que había engañado a mi madre diciendo que iban a volver a la Argentina había sido él. Entonces discutieron mucho a pesar de que mi madre estaba embarazada de mi hermana Esperanza que después nació muerta: él decía que si volvían era para vivir en la estancia que tenían en Córdoba porque no le gustaba Buenos Aires, y ella que no había nacido para criar vacas y que por eso se había ido de la aldea a los dieciocho años. Al final pensaron que lo mejor sería venirse a Madrid a comprar una plaza de sereno.

    Mi madre se rió mucho mientras nos contaba que le había encontrado novia al tío en un abrir y cerrar de ojos y que ahora tienen dos hijos y son muy felices porque los dos son buenísimos y cuidan de los otros tíos muy bien.

    Luego también nos reimos porque no venía la luz y mi madre dijo que en casa de la señora Colasa seguro que de todos modos mañana también comerían lentejas, pero con carne, y eso quiere decir que es una cochina que echa a la olla las lentejas sin escoger, con todos los bichos.

    (Mi madre era una narradora genuina: he de hablaros más de ella)

    19 Comments:

    Blogger Yayo Salva said...

    Entrañable historia. Así que tus padres hicieron las Américas. Yo también tengo familia en Argentina y Venezuela. ¡Tiempos duros los años 20 y los 40! Un beso.

    2:41 a. m.  
    Blogger Toxcatl said...

    que bonito; pero, no sé, le falta la frescura de los primeros relatos...

    10:55 a. m.  
    Blogger Achi said...

    Simpática historia. Pero por curiosidad ¿Son tus historias basadas en algún diario que escribiste por aquel tiempo o las recuerdas de memoria fresca? Porque mira que es difícil recordar con tanto detalle, a menos que improvises un poco. Jeejejeje. A mí me gusta, y creo que si estuviese en papel, sería de esos libros que no dejo a la 10º página.

    UN BESO GRANDE, GRANDE.

    11:10 a. m.  
    Blogger Eulalia said...

    Muralla,
    bienvenida, vuelve cuando quieras. (escribo para ser leída, además de por necesidad)
    Un beso.

    Yayo Salva,
    ¿Qué español no tiene en su familia un emigrante, legal o ilegal?
    Lo de la memoria histórica debería extenderse también al recuerdo de los que se fueron y volvieron... O no.
    Un beso.


    Toxcatl,
    No siempre soy divina de la muerte, jamía...:-DD
    Un besuco.

    Chanchiss,
    Lo primero es la imagen recordada; luego le pongo fecha y la descarto si es posterior; después me pongo al teclado y le presto palabras.
    Por supuesto que muchas cosas están ahí, posadas a lo largo de toda mi infancia; pero más tarde mi madre estuvo de luto durante muchos años y mi hermana Tití volvió de Asturias al año siguiente, compramos la radio... Ni siquiera me entretengo en describiros todo lo que emerge de ese almacén de sombras que es la memoria.
    Haz la prueba: intenta escribir con todo detalle cualquier momento pasado, y te sorprenderás a tí misma.
    En cualquier caso, el arte del recuerdo también tiene sus técnicas y sus estrategias...Y yo soy famosa en el mundo entero por mi buena memoria, coñes, ¿o es que no lo sabes? :)
    Un besito

    11:31 a. m.  
    Blogger Zebedeo said...

    Por muy bien que nos vayan las cosas en otros paises siempre queda la nostalgia de lo que has dejado atrás sniffff.
    Por cierto su vecina no es que fuera cochina porque echaba las lentejas con bichos, es que hacía unas lentejas chinas o sea tuvo una vecina que fue precursora de la comida china en España :)

    12:25 p. m.  
    Blogger Alicia Liddell said...

    Uff, en mi casa era un rito escoger lentejas. Mi madre extendia un hule sobre la mesa, echaba un montón en el centro y cada uno íbamos espigando montoncitos. Se les quitaban las piedras, los yeros (una semilla durísima), las agusanadas, los palitos ... Cuando teníamos nuestro montón limpio mi madre les daba un segundo repaso y nos reñía si nos habíamos dejado algo indebido.

    Luego las ponía a remojo toda la noche. Yo les tenía manía a las lentejas, las comía pero sin ganas. Con los años conseguí que me gustaran y hoy día es plato de fiesta en casa.

    12:34 p. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    No estoye en absoluto de acuerdo con Toxcatl. Tu relato, con la misma frescura de siempre, está ganando en perfección técnica. Pienso igual que otros lectores, y te animaría a que lo publiques en otro soporte más covencional.

    6:12 p. m.  
    Blogger terminus said...

    Según lo cuentas, la vida sería más dura pero las cosas parecían más fáciles.
    También a mí mi madre me contaba historias cuando escogíamos las lentejas algunas veces a la luz de una vela, todavía me acuerdo.

    Besooo

    Edu

    6:24 p. m.  
    Blogger sergisonic said...

    lentejas con todos los bichos, y con las piedrecitas que se cuelen en la olla, sí. tiernas historias, sí.
    un beso

    7:16 p. m.  
    Blogger Eulalia said...

    Zebedeo,
    cuando alguien emigra, se escinde: termina por no ser de ninguno o de ambos países, y eso es duro. Mi madre soñó con Argentina hasta su muerte; mi padre, con Asturias.
    Y me reafirmo: no me gusta la comida china :DD


    Alicia:
    Tal cual, jamía, tal cual. Yo las odiaba. Claro que quién no, si sólo llevaban un chorrito de aceite y una hoja de laurel... Comparadas con las de ahora, que les pones su chorizo y su tocinito, la zanahoria, el puerro y (pero esto es un secreto) su poquito de albahaca... Pues, que no hay color, nena.
    Un beso.


    Anónimo,
    me encanta esto de que los lectores seáis los críticos: yo aprendo y vosotros (al parecer) os divertís...


    Terminus,
    la vida era dura y las cosas no eran fáciles, pero los niños estábamos protegidos en la medida de lo posible, como en todas las épocas y culturas.
    Un besín.

    Sergisonic,
    lo de tiernas me da que pensar, porque ahora lo que mola es lo duro y tal...
    Un beso.

    9:38 p. m.  
    Blogger george said...

    Hay histórias que tienen un final feliz, será por tu abuela, que aregla los problemas?
    Me encantan las lentejas cuando tienen jamón, no con piedras y bichos.

    me gusta tu estilo de escribir, parece, que estas a mi lado y me lo cuentos al oído.

    un abrazo

    10:28 p. m.  
    Blogger Eulalia said...

    George,
    Me gusta que te gusten mis historias, y lo mejor es que todas son ciertas.
    Gracias por el piropo.
    Un besuco.

    10:53 p. m.  
    Blogger Zifnab said...

    Me encanta la comida china, pero en fin

    Más apagones de esos debería de habwer. Narrar historias, se pierden los narradores. Aunque no los que las escriben

    Gracias

    Se feliz

    11:34 p. m.  
    Blogger Eulalia said...

    Mago,
    en mi caso, doy fe de que cuento más de viva voz.
    Y mi hijo continúa la estirpe.
    Nos contamos hasta las películas que hemos visto.
    Es un vicio familiar, se ve.
    Un beso.

    12:04 a. m.  
    Blogger Bito said...

    Vaya... desde luego que antes las cosas se hacian de otro modo, siendo siempre más practico que pasional... y fíjate, solían funcionar mejor.

    12:17 a. m.  
    Blogger Eulalia said...

    Bito, qué alegría!
    Ya debes estar de vuelta...
    Y los que quedaron, o eran prácticos o se los tragaba la miseria, corazón.
    La pasiones quedaron ahogadas en hambre.
    (Joer, qué frase: tengo que apuntarla como ejemplo, no sé si de cursilería o de qué, pero luego me la pienso :D)
    Un beso de bienvenida.

    12:23 a. m.  
    Blogger JeJo said...

    - Seguramente herencia materna en tu genial narración ...
    Ah , y agradece a tu padre su regreso , o estarías maldiciendo los cortes de luz en el verano .

    ( Sí , en la Argentina del 2006 )

    11:44 p. m.  
    Blogger Eulalia said...

    Jejo,
    eres un sol, aunque es cierto que, probablemente, ni siquiera hubiera nacido si mis padres se hubieran quedado allá...
    Un beso.

    12:26 a. m.  
    Anonymous Anónimo said...

    De casta el viene al galgo. Heredaste la narrativa de tu madre. Me ha encantado su sentido pragmático de la vida y su ingenio para salir al paso de los inconvenientes. Toda una mujer

    1:43 p. m.  

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