1949 MI FAMILIA ( y IV )
(Última foto de familia. Tenía más tíos, pero no fueron esenciales para mi infancia. La tía lechera, sí: durante mucho tiempo fue la única ventana que tenía al mundo de los "acomodados".
No esperéis que me describa a mí misma, sólo sé que estaba muy mimada o que obligaba a la gente a mimarme. Continuaré con algunas historias sin moraleja).
Mi tía Luisa es mi tía porque se casó con mi tío Ramón, que es hermano de mi madre. Tiene una lechería desde que vino a Madrid en un barrio de gente muy rica y, como durante la guerra ayudó a muchos fachistas que estaban escondidos llevándoles comida, ahora tiene una buena clientela y dos repartidores que van en triciclos con una caja donde llevan la leche y la mantequilla y los huevos. Tiene tanto trabajo que también le tienen que ayudar mis hermanos y otros sobrinos a repartir un rato por las mañanas, antes de irse a su trabajo.
La lechería es muy grande, con un despacho con el mostrador y el suelo de mármol, un escaparate para los bollos y dos veladores donde la gente se puede poner a tomar un vaso de leche con suizos o con bizcochos, y también tiene una nevera para guardar la mantequilla y los yogures; justo detrás del mostrador están los bidones con la leche de la sierra, que está fría porque ponen unos contenedores con hielo dentro, y tienen que tener mucho cuidado en verano para que no se corte; la tía se da cuenta de si la leche se va a cortar sólo con olerla, y entonces llama corriendo por teléfono para que vengan a pasterizarla, se la llevan y la vuelven a traer enseguida. La leche es de muchas clases, depende de quién la pida y del precio que se pague: la más barata lleva más agua que se pone en la jarra de metal con la que sirven en el mostrador, y la mejor está en un bidón especial para los buenos clientes.
En la lechería hay también un comedor, una cocina, un baño y una habitación sin ventanas donde duerme mi prima Esperancita, que no es hija de mis tíos: mis tíos no tienen hijos porque dice mi madre que la tía es machorra, pero que a quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos, y viven con ella, además, a la prima Charito y el primo Ramón, que son hijos de una hermana de la tía y huérfanos de guerra. La prima Charito va a las monjas francesas para educarse como una señorita y el primo Ramón está de auxiliar en el banco; viven con los tíos en una casa frente a la lechería. La prima Esperancita hace de chacha y el primo Mateo de repartidor todo el día, pero él no vive con ellos. La tía prefiere emplear a sus sobrinos porque se fía más y así todos ganan.
Cuando vamos los domingos también va Celestino, que es asturiano, carbonero y republicano, como mis tíos; lo sé porque cuando volvemos para casa mis padres a veces van hablando de lo bien que les va a él y a mis tíos gracias a los favores que hicieron a los falangistas. Mis padres van allí porque se ponen todos a jugar a la brisca y a hablar de Asturias y de los asturianos que conocen. El que pierde siempre grita. Mi tío me lleva al escaparate y me dice que qué quiero merendar. Ahora hay un yogur que se llama danone que viene en frasquitos de cristal con rayas marrones y tapado con un papelito transparente sujeto por una goma, pero de esos el tío no me puede dar porque son muy caros. Luego me entretengo viendo los cuentos de la prima Charito, pero no deja que me los lleve a casa.
Mi mamá me ha contado que cuando nací, como mis padres ya tenían tres hijos y había tantos problemas, la tía le dijo que a ella no le importaba quedarse conmigo, pero que tenía que ser para siempre, mi madre contestó sin pensárselo que ni hablar y mi tía le plantó en la cara que entonces no esperara que la ayudase, y por eso mi tía siempre está ayudando a todos sus cuñados menos a mis padres, pero ellos de todas maneras van a la lechería porque mi tío Ramón no tiene la culpa de nada. Sin embargo el tío Ramón sí que nos da leche, huevos y suizos que ya se han quedado duros y siempre dice para la niña. La niña soy yo.
No esperéis que me describa a mí misma, sólo sé que estaba muy mimada o que obligaba a la gente a mimarme. Continuaré con algunas historias sin moraleja).
Mi tía Luisa es mi tía porque se casó con mi tío Ramón, que es hermano de mi madre. Tiene una lechería desde que vino a Madrid en un barrio de gente muy rica y, como durante la guerra ayudó a muchos fachistas que estaban escondidos llevándoles comida, ahora tiene una buena clientela y dos repartidores que van en triciclos con una caja donde llevan la leche y la mantequilla y los huevos. Tiene tanto trabajo que también le tienen que ayudar mis hermanos y otros sobrinos a repartir un rato por las mañanas, antes de irse a su trabajo.
La lechería es muy grande, con un despacho con el mostrador y el suelo de mármol, un escaparate para los bollos y dos veladores donde la gente se puede poner a tomar un vaso de leche con suizos o con bizcochos, y también tiene una nevera para guardar la mantequilla y los yogures; justo detrás del mostrador están los bidones con la leche de la sierra, que está fría porque ponen unos contenedores con hielo dentro, y tienen que tener mucho cuidado en verano para que no se corte; la tía se da cuenta de si la leche se va a cortar sólo con olerla, y entonces llama corriendo por teléfono para que vengan a pasterizarla, se la llevan y la vuelven a traer enseguida. La leche es de muchas clases, depende de quién la pida y del precio que se pague: la más barata lleva más agua que se pone en la jarra de metal con la que sirven en el mostrador, y la mejor está en un bidón especial para los buenos clientes.
En la lechería hay también un comedor, una cocina, un baño y una habitación sin ventanas donde duerme mi prima Esperancita, que no es hija de mis tíos: mis tíos no tienen hijos porque dice mi madre que la tía es machorra, pero que a quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos, y viven con ella, además, a la prima Charito y el primo Ramón, que son hijos de una hermana de la tía y huérfanos de guerra. La prima Charito va a las monjas francesas para educarse como una señorita y el primo Ramón está de auxiliar en el banco; viven con los tíos en una casa frente a la lechería. La prima Esperancita hace de chacha y el primo Mateo de repartidor todo el día, pero él no vive con ellos. La tía prefiere emplear a sus sobrinos porque se fía más y así todos ganan.
Cuando vamos los domingos también va Celestino, que es asturiano, carbonero y republicano, como mis tíos; lo sé porque cuando volvemos para casa mis padres a veces van hablando de lo bien que les va a él y a mis tíos gracias a los favores que hicieron a los falangistas. Mis padres van allí porque se ponen todos a jugar a la brisca y a hablar de Asturias y de los asturianos que conocen. El que pierde siempre grita. Mi tío me lleva al escaparate y me dice que qué quiero merendar. Ahora hay un yogur que se llama danone que viene en frasquitos de cristal con rayas marrones y tapado con un papelito transparente sujeto por una goma, pero de esos el tío no me puede dar porque son muy caros. Luego me entretengo viendo los cuentos de la prima Charito, pero no deja que me los lleve a casa.
Mi mamá me ha contado que cuando nací, como mis padres ya tenían tres hijos y había tantos problemas, la tía le dijo que a ella no le importaba quedarse conmigo, pero que tenía que ser para siempre, mi madre contestó sin pensárselo que ni hablar y mi tía le plantó en la cara que entonces no esperara que la ayudase, y por eso mi tía siempre está ayudando a todos sus cuñados menos a mis padres, pero ellos de todas maneras van a la lechería porque mi tío Ramón no tiene la culpa de nada. Sin embargo el tío Ramón sí que nos da leche, huevos y suizos que ya se han quedado duros y siempre dice para la niña. La niña soy yo.
37 Comments:
un personaje la tía si señor... de esas hay en todas las casas...
Ros,
Era tremenda, incluso físicamente. Creo que se hacía más dura de lo que era en realidad. Debería pensar más en ella, porque fué el centro de la familia extensa hasta que murió...
Un beso, niña.
Pues yo no sabía que en el -49 ya había neveras y yogures. ¿No te perderás con las fechas?
Frente a mi casa de la infancia había no una lechería, ¡una vaquería! Los dueños tenían dos hijas más o menos de mi edad y el patio enorme al que daban las cuadras era nuestro lugar de juegos.
Todas las tardes llegaba a casa apestando a vaca.
¿Cómo han podido cambiar tanto las cosas en tan poco tiempo? Porque 50 años no son tanto...
Me ha hecho sentir muchísima ternura el "para la niña" de tu tío Ramón: me ha recordado a mi abuelo que siempre decía "para los niños" o "que no les falta nada a los niños" refiriéndose a mis hermanos y a mí. Es lo que tiene esta forma tuya de escribir las memorias en presente: es que como si estuviera pasando todo ahora de nuevo y he visto a mi abuelo diciendo esas cosas de nuevo. Con mucha ternura. Gracias.
Besos
No sé cómo expresarlo, me gusta tanto...
:)
Sólo un beso para "la niña"
Soltaire
Oh Lula, qué niña más vívida, precioso, no tiene precio tu relato. No tienen precio tus memorias, y la forma de contarlas. Las publicarás.
Para el usuario anónimo: Danone se fundó en 1919 (ver Wikipedia). Sobre las neveras mejor te lo explica Eulalia, pero me imagino que serían tipo fresquera, con hielo. Aunque en plan industrial seguro que también existían, de hecho se fabricaba hielo.
Eulalia, como siempre, da gusto leer tus recuerdos.
Eulalia...tengo la sensación de entrar y salir en tu foto de familia, y reconocerlos a todos...gracias a la niña¡¡
Anónima,
Anda, lee un poco más abajo que ya te contesta Suri Kata.
Os iba a contar una historia con el chicle Bazooka (al principio se escribía así), pero no he podido contrastar la fecha, y me la guardo.
Pa que veas lo puntillosa que soy.
Alicia,
Yo tambíén tenía un montón de vaquerías cerca de casa, pero en el '49 era demasiado pequeña para ir por mi cuenta, y cuando me llevaban nunca pasó nada interesante.
Luego...Bah, dejémoslo: las cosas por su orden.
Un beso.
A Silent,
La primera obligación de los adultos es para con los niños. En eso nos parecemos todos...
Se me hace raro, pero es verdad que casi todo lo que recuerdo es tierno: la dureza vendría después, pero para entonces ya estaba más o menos preparada, se conoce.
Un beso.
vengo direccionada por Bito, todo un placer haberte encontrado.
Saludos
Suri Kata,
Gracias por salir al quite. Los danone de antes del '48 eran de color blanco y un producto de lujo, hay que fastidiarse.
Mi madre, cuando se le cortaba la leche fresca, decía que era yogur, y a lo mejor tenía razón, pero no era lo mismo...
Y yo creo que la nevera de mi tía era eléctrica, porque la imagen es de un mamotreto que cuando se abría tenía luz interna, pero vete a saber...
Un beso.
Maik,
¿Te refieres a publicar en papel?
Porque publicar, en sentido estricto, ya estoy publicando, ¡y a los cuatro vientos!
(Ya lo he dicho, pero insisto: me aterra la idea de que mis hermanas o sus hijos aterricen por aquí y se cabreen)
Un beso, y gracias por tu asiduidad.
Viuda,
Misión cumplida, entonces. Las sesiones de fotos se acabaron. A partir de hoy vienen las batallitas...
Un beso, encanto.
Es más, el yogur lo fabrican los mongoles desde tiempo inmemorial.
El hielo para la nevera lo subía a casa un señor que llevaba un garfio de hierro y un trozo de goma en el hombro y otro en una mano.
En la vaquería cuando se acababa la leche entraban dentro y ordeñaban una vaca, luego con una medida lo echaban en la lechera de aluminio.
Luego en casa mi madre la hervia y la dejaba en un cacharro en la nevera de hielo, o en la fresquera si no era verano...
Antes en las vaquerías de Madrid había mucha tuberculosis, probablemente por eso no te dejarían ir.
Un beso.
Roque,
La tía era de armas tomar, pero sabía cuáles eran sus responsabilidades familiares: todo el bachillerato me lo pasé comiendo en su casa "porque me pillaba más cerca que mi casa", según mi madre. En fin.
Un beso.
White,
Bienvenida al culebrón.
Me gusta tu nick, por razones personalísimas.
Un beso.
Papa Pan,
entiendo que el anónimo se refiere al yogur Danone.
No me dejaban ir a las vaquerías porque para una mico de cinco años era el quinto pimiento, a pesar de que entonces la calle era el lugar natural de los chiquillos; en Asturias estábamos todo el santo día en las cuadras o lindando las vacas en los prados, menos mi hermana la rubia que, es verdad: tenía prohibido hacerlo...
Un beso.
Soltaire,
Me consta que os tengo a todos un tanto abandonados, con tanto ir y venir y tanta historia que tengo que sacarme de la manga de un día para otro, pero
Te quiero
Un beso.
Había empezado a poner a caldo mentalmente a la tía por la canallada del principio de tu vida, pero veo que luego se enmendó.
Sigo leyendo tu relato apasionadamente (en lo literario-biográfico, claro, que me paice que en lo filósófico no nos íbamos a entender mucho :-D... eso sí, sería una respetuosa discrepancia).
Puro estilo Garcia Márquez. Vamos que yo quiero saber más de esa historia que parece tan de cuento.
Tu escrito destila ternura. Yo pasaba los veranos, de niño, en casa de mi tía Ana María. Eran gente del campo y tenían cinco vacas, todas con nombre de mujer.
!Ah, qué buena la leche recién ordeñada!
Un beso.
Hans,
Esto es una democracia...
Flipo con la adjetivación de "literario" que le das a este juguete.
Gracias, en cualquier caso.
Un beso.
Bito,
¡No te pases!
Y, sí: aún tengo reserva del 49 para unas rondas más.
Un beso.
Yayo Salva,
La leche recién ordeñada la bebía yo en Asturias, y me encantaba su tibieza.
Me libré de la tuberculosis por esas casualidades de la vida.
Un beso.
Un poco estirada tu tía lechera, compadezco al tío ramón, me la imagino un poco insoportable.
Un abrazo!
has cometido un error. has abierto las pupilas de la peña y no se cierran así como así. Da gusto vivir una vida a través de tus dedos.
Y si si eres una niña
Se feliz
Anda ya, coquetona, que lo que quieres es que te adule más y más! :-D.
Ya sabes tú bien lo bien que distribuyes y administras las palabras, qué sensación quieres provocar en tus -rendidos, incluído yo- lectores, que silencios adecuadamente ubicados convienen al relato. Niña, si esto no es literatura que venga Dios y lo vea. Pero, sobre todo, sigue.
Roxi:
Gorda, con ojeras de mal de hígado, boca gruesa, voz potente y risa amenazante, pero mi tío era su pasión, y lo mimaba y lo cuidaba como si fuera un cachorrillo.
A él nunca le echaba broncas, y le ponía en el plato lo que ella sabía que le gustaba, qué jodía.
Ya ves.
Mago,
Pues, nada: que muy bien. Que, así, cualquiera.
En el cíber me deben llamar la loca de la sonrisa permanente.
Un beso.
Hans,
Admito que me encantan los elogios, pero, fíjate que esta misma mañana le estaba diciendo a mi hijo que me entraban ganas de no seguir, porque también me agobian.
Soy una insegura patológica.
Que lo sepas.
Y que sepas que sé que me citas por lo negativo en tu blog, pero no te he querido decir nada.
Un beso.
No se me ocurre ningún comentario ingenioso y tampoco tengo confianza porque es la primera vez que entro, pero esto me encanta, que lo sepas.
Como decía el eslogan de la Tyrell Corporation: "Más humanos que los humanos". Es lo que pienso cuando leo historias de familia tan bien hilvanadas como la tuya.
lo que se da no se quita, diría tu tía!
No había oído nunca lo de la leche de varias clases.
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