1949 MI FAMILIA ( III )
Mi hermano jose tiene dieciocho años. Es el mayor y muy listo, pero nació con el paladar abierto y a pesar de que ya le han operado dos veces la gente no le entiende muy bien cuando habla. Yo sí. Por eso de que no se le entiende mi tío Ramón le ha encontrado un trabajo de botones en un banco, aunque lo que quería mi madre es que hubiera estudiado para maestro. También estuvo repartiendo en la lechería de mis tíos hace ya mucho. Mi padre dice que es el ojito derecho de mi madre, y ella dice que es porque ha nacido con esa desgracia. El ojito derecho de mi padre es mi hermana Pili, eso también lo sabemos todos; a mí no me da envidia porque yo soy el ojito derecho de mi hermano.
Por las noches, cuando no hay restricciones de luz, Jose se sienta conmigo a enseñarme cosas, y ya sé leer, escribir y sumar desde hace mucho tiempo. Ahora quiere que aprenda Geografía. También me saca de paseo y me da volteretas en el pasillo. Una vez me caí mientras me estaba dando una y se me rompió un diente, y luego mi madre dijo que había sido el hijo de la Señora Emilia, que vive enfrente, para que mi padre no le armara una bronca, aunque a mi hermano nadie le regaña si llega tarde por las noches y un poquito piripi.
Lo que más le gusta a mi hermano es leer: se compra libros viejos en la Cuesta de Moyano y también el Marca, porque ahora mi madre le da dinero para sus gastos cuando le trae el sobre a final de mes. Después lo que prefiere es jugar al fútbol de portero con el equipo del barrio; se van a jugar al Campo Campana que está al lado del Tejar de Sixto; algunos domingos vamos mi padre y yo a ver cómo para la pelota y no quiere que le hablemos porque tiene que estar atento al juego.
Mi hermana Pili tiene dieciséis años y es morena como mi hermano y como yo, pero tiene la piel muy blanca y con pecas, que se intenta quitar deshaciendo botones de nácar en zumo de limón y luego poniéndose un poquito de la pasta en cada peca.
Trabaja en la fábrica de relojes y se tiene que levantar muy temprano; viene a comer a la una y a las dos vuelve a entrar; sale a las cinco y se va a aprender a bordar, que es lo que le gusta más. Antes estuvo de aprendiza en casa de dos modistas, pero la trataban como a una chacha obligándole a barrer y a fregar platos y no le pagaban casi nada, y por eso mi madre la quitó.
Lleva unas trenzas muy largas, porque cuando tuvo el tifus se le cayó el pelo y le cantaban lo de “Pelona, sin pelo/ cuatro pelos que tenías/ los vendiste de estraperlo” y juró que nunca más se lo iban a cantar, pero de todo eso no me acuerdo porque ni siquiera había nacido: lo sé porque me lo han contado. Con el tifus y la difteria hay que tener mucho cuidado porque te mueres, y a mi hermana la salvó el que un médico que mi madre conocía de cuando la guerra no dio parte y la tuvo escondida en mi casa sin que se le acercara nadie más que él, porque si se la llegan a llevar al hospital se hubiera muerto.
Es muy ordenada y cuando le revuelvo el cajón donde tiene su ropa interior, los pañuelos, los calcetines y sus tesoros, siempre se da cuenta y me regaña mucho, pero lo normal es que esté alegre y cante y se ría: mi padre la llama paxarín. Es muy lista pero mi madre le dice que siempre será una ignorante, por no haber querido estar más tiempo con las monjas, que podía haber estado hasta los catorce, y por eso no va a encontrar nunca un novio con posibles.
Tití fue la pequeña durante ocho años, hasta que nací yo. Nació justo el 18 de julio de 1936, que es el día en que empezó la guerra, pero mi madre estaba en la maternidad y no se enteró de nada. Tití es rubia con los ojos verdes, como mi padre, y ahora está en Asturias, porque está un poco delicada y no puede ir al colegio: las monjas no la dejan entrar. Mi madre se enfada si decimos que está tuberculosa, porque dice que sólo tiene unas manchitas de nada en la pleura. Su verdadero nombre no es Tití, ése se lo puse yo porque cuando era pequeña no sabía pronunciar su nombre verdadero, que es Teresa, y ahora ya nadie la llama así.
Como lleva tanto tiempo en Asturias casi no me acuerdo de ella, así que no digo nada más.
Por las noches, cuando no hay restricciones de luz, Jose se sienta conmigo a enseñarme cosas, y ya sé leer, escribir y sumar desde hace mucho tiempo. Ahora quiere que aprenda Geografía. También me saca de paseo y me da volteretas en el pasillo. Una vez me caí mientras me estaba dando una y se me rompió un diente, y luego mi madre dijo que había sido el hijo de la Señora Emilia, que vive enfrente, para que mi padre no le armara una bronca, aunque a mi hermano nadie le regaña si llega tarde por las noches y un poquito piripi.
Lo que más le gusta a mi hermano es leer: se compra libros viejos en la Cuesta de Moyano y también el Marca, porque ahora mi madre le da dinero para sus gastos cuando le trae el sobre a final de mes. Después lo que prefiere es jugar al fútbol de portero con el equipo del barrio; se van a jugar al Campo Campana que está al lado del Tejar de Sixto; algunos domingos vamos mi padre y yo a ver cómo para la pelota y no quiere que le hablemos porque tiene que estar atento al juego.
Mi hermana Pili tiene dieciséis años y es morena como mi hermano y como yo, pero tiene la piel muy blanca y con pecas, que se intenta quitar deshaciendo botones de nácar en zumo de limón y luego poniéndose un poquito de la pasta en cada peca.
Trabaja en la fábrica de relojes y se tiene que levantar muy temprano; viene a comer a la una y a las dos vuelve a entrar; sale a las cinco y se va a aprender a bordar, que es lo que le gusta más. Antes estuvo de aprendiza en casa de dos modistas, pero la trataban como a una chacha obligándole a barrer y a fregar platos y no le pagaban casi nada, y por eso mi madre la quitó.
Lleva unas trenzas muy largas, porque cuando tuvo el tifus se le cayó el pelo y le cantaban lo de “Pelona, sin pelo/ cuatro pelos que tenías/ los vendiste de estraperlo” y juró que nunca más se lo iban a cantar, pero de todo eso no me acuerdo porque ni siquiera había nacido: lo sé porque me lo han contado. Con el tifus y la difteria hay que tener mucho cuidado porque te mueres, y a mi hermana la salvó el que un médico que mi madre conocía de cuando la guerra no dio parte y la tuvo escondida en mi casa sin que se le acercara nadie más que él, porque si se la llegan a llevar al hospital se hubiera muerto.
Es muy ordenada y cuando le revuelvo el cajón donde tiene su ropa interior, los pañuelos, los calcetines y sus tesoros, siempre se da cuenta y me regaña mucho, pero lo normal es que esté alegre y cante y se ría: mi padre la llama paxarín. Es muy lista pero mi madre le dice que siempre será una ignorante, por no haber querido estar más tiempo con las monjas, que podía haber estado hasta los catorce, y por eso no va a encontrar nunca un novio con posibles.
Tití fue la pequeña durante ocho años, hasta que nací yo. Nació justo el 18 de julio de 1936, que es el día en que empezó la guerra, pero mi madre estaba en la maternidad y no se enteró de nada. Tití es rubia con los ojos verdes, como mi padre, y ahora está en Asturias, porque está un poco delicada y no puede ir al colegio: las monjas no la dejan entrar. Mi madre se enfada si decimos que está tuberculosa, porque dice que sólo tiene unas manchitas de nada en la pleura. Su verdadero nombre no es Tití, ése se lo puse yo porque cuando era pequeña no sabía pronunciar su nombre verdadero, que es Teresa, y ahora ya nadie la llama así.
Como lleva tanto tiempo en Asturias casi no me acuerdo de ella, así que no digo nada más.
29 Comments:
Ni sacado de un libro.
Excelente.
Suscribo lo que dice el tipo de la brocha, estoy leyendo un buen libro, sin apenas poder pararme a pensar que son tus vivencias mientras lo hago. Besos y felicitaciones.
Que bonito lo cuentas... y ademas con esa inocencia propia de un niño. ¿sabes a que me recuerdas? a los libros de Celia.
Roque...
Gran parte de la gracia reside en el medio: esto sería infumable como libro, por ejemplo.
Así, por lo que veo, está siendo divertido para todos.
Gracias, y un besuco.
Tipo de la brocha,
Me encanta que lo digas así. El tan verdad que como mis hermanas, por esas casualidades de la vida, se lleguen a enterar de que lo estoy contando, me brean.
En fin. Confío en que no.
Un beso.
Maik,
Los elogios me alimentan, pero tambien es cierto lo que le digo al Tipo: como me pillen, me la cargo: no olvides que sigo siendo la pequeña y ellas ejercen, siendo que... Bueno: no me voy a poner a contar más de lo que tengo pensado. ;)
Un beso.
¡Ah, Toxcalt!
Pero Celia era una niña de clase media que tenía de todo y sus andanzas estaban escritas desde la aceptación del sistema.
Yo estaba al margen del sistema, mi chica.
Pero si lo dices por el estilo, qué se le va a hacer. Seguramente, junto con Antoñita la Fantástica, Las revistas de Florita, etc., hasta Manolito el Gafotas, hay toda una línea de historias contadas por niños que forman parte de nuestra identidad de lectoras.
Yo, de todas maneras, sólo reconozco como maestros a Delibes, Marsé y V. Montalbán.
En fin.
Un beso.
Mamen,
Si en algún sitio he puesto que tenía seis años, fué por presumir de mayor; de hecho, durante ese año pasé de los cuatro a los cinco.
Estoy buscando fotos y hablando con mi hermana mayor para confirmar que no me paso de año en las historias que empezaré a contar dentro de nada. Y soy yo la que me acuerdo y demuestro, ya ves tú.
Toxcalt:
Se me olvidaba Gillermo Brown, el proscrito: el mejor "narrador infantil", qué duda cabe.
Mark Twain, por su parte, fue tan genial que, a pesar de ejercer de narrador omnipotente, omnisciente, omnipresente e impersonal, nos permitía identificarnos con Tom o con Huck, dependiendo del gusto, como si fueran ellos quienes nos contaban sus aventuras.
(¿O si lo hacían, y no me acuerdo?)
Yo soy el ojito derecho de mi ojito izquierdo, si, si, como te lo cuento, y estoy de un contentoooo.
Bromas aparte, me encanta como relatas tu vida desde el punto de vista que tenías entonces de tu familia. Tienen razón que parece sacado de un libro. ¿Y porqué no? Podría llegar a ser un libro ¿no?
Curioso lo de la coincidencia de fechas. En alguna parte leí que habian dado un premio a alguien que nació en esa fecha... pero debian ser de los del yugo seguramente.
Creo que ya tienes ubicado a todo el mundo. Solo falta empezar ¿no?. No te preocupes que no me chivaré a tus hermanas mayores. Besuco.
Me enterneces.
Cuantas cosas recuerdas y que bien las cuentas Eulalia.
Fascinadamente tuya....
Marga
Zebedeo,
Para hacer un libro de esto se requiere talento literario, querido, no sólo memoria.
Ya me gustaría a mí...
Un beso.
Manolotel,
No: faltan dos personajes importantísimos, y luego.
Pero de tu comentario deduzco que los lectores comienzan a impacientarse, como cuando una peli se entretiene demasiado en el planteamiento...
Un beso, y gracias por la sugerencia.
Papa Pan,
Lo que te enternece es ver desde otra perspectiva lo que ya conoces en su versión oficial (sea de uno u otro bando...)
Un beso, y gracias.
Estás consiguiendo que todos nosotros nos sintamos como espectadores partícipes de tu historia. Y la maravillosa forma de narrarlo y acercarnos a cada miembro de tu familia es absolutamente fascinante, te lo digo de corazón.
Es genial esta forma en que estás compartiendo con nosotros trocitos de tu pasado.
Un besazo muy fuerte
Isthar,
Gracias de corazón también; de lo que no estoy tan segura es de que mis hermanas compartieran mi punto de vista...
Un beso.
Marga,
gracias por las flores, cariño: me encanta encantar a una señora tan estupenda como tú.
Un beso.
No, para mí no es una versión oficial de ninguno de los dos lados, desgracia para siempre que sigamos hablando de esos dos lados que en realidad son el mismo. La eterna dos Españas.
Un beso.
Tu lechería me ha traído a la memoria la casa de mi tia en Fernandez de los Rios, y al olor a vaqueria que subía del patio.
Un beso
Hola Eulalia!
que linda la relación con tus hermanos, especialmente con Jose, de quién eras ojito derecho. Creo que eso de ojito derecho viene a ser como el regalón de acá. Yo de niña era regalona de mi padre, y mi hermana de mis abuelos, y yo un poco envidiosa de que mis abuelos la regalonearan tanto.
Nuevamente hay cosas que no se dicen, como la tuberculosis de tu hermana, bueno creo que cada familia tiene sus secretos y sus tabús, aunque afortunadamente parece que cada vez más se puede hablar de todo, o hay que intentarlo.
Un abrazo!
Papa Pan,
He conocido personas estupendas en lo privado que en lo público opinaban que lo mejor para España es una dictadura y nada de libertades y mucha Iglesia, y personas inmorales en lo privado que en lo público defendían valores democráticos.
Pero yo creo que el mundo evoluciona y España no se queda al margen: no somos, hoy por hoy, muy diferentes a cualquier país europeo...
Un beso.
Marga,
es que se tardó mucho en prohibir las vaquerías en Madrid, jamía...
Un beso.
Jo....
Que chulo.
Por un omento pensé que suerte tuve. Y la tengo. Pero lo que escribes tambiés es afortunado.
Unas manchitas de nada en la pleura....
Muy chulo, Eulalia. Mucho.
Ves como tus batallitas son muy interesantes???
Se feliz
Mago,
me siento como si dijerais que mis uñas, o mi estómago, o mi clavícula son interesantes: pasmaíta total.
Allá vosotros. Yo me lo estoy pasando en grande.
Un beso.
Siento lo de tu hermana Tití. Un beso.
Yo nací con el mismo problema que tu hermano Jose. Recuerdo mi más temprana infancia asistiendo muchas veces al quirófano. Años después, alguna operación más y muchas sesiones de logopedia.
No me ha quedado ningún problema de dicción y tengo un par de cicatrices que denotan mi problema, aparte de eso soy bastante feliz. El cuerpo sólo es un contenedor de nuestras almas. Un coche con un rasguño sigue funcionando perfectamente.
Un beso.
por dios!, hablarle al portero, eso es un crimen, deberías haber sabido que tu hermano formaba parte de una casta especial: los porteros de fútbol!
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