NUNCA ES TARDE...
Éramos compañeros de trabajo desde hacía unos cuantos años; él tenía más responsabilidades que yo, pero estábamos en la misma onda y, aunque en ocasiones tuvimos nuestras diferencias - hube de ponerle los puntos sobre las íes alguna que otra vez -, nunca dejó, no de consultarme, sino de escucharme cuando el asunto era serio.
Me gustaba: me gustaba su estampa de tigre de Bengala contenido, su recorrido vital, su discurso, su forma de encajar los golpes bajos, su elegancia moral, su voz tranquila de negociador inveterado, su determinación, hasta su miopía. Me gustaba.
En uno de esos inevitables seminarios a los que todos tenemos que inclinarnos y que terminan en una discoteca, alcohol, algo de salsa y miradas equívocas, casi...
Pero le trasladaron.
Además, yo andaba entonces enrollada con un político de izquierdas, extranjero, masón y con una vida personal un tanto revuelta, así que mi capacidad para asumir mayores complicaciones era prácticamente nula. Durante dos años nos vimos en manifestaciones, actos electorales, conferencias y eventos relacionados con nuestra profesión. Nos cruzábamos correos electrónicos con información interesante y alguna frase personal tipo cómo te va o Feliz Navidad. Si pasaba demasiado tiempo para mi gusto, tiraba de cotilleos, sólo por no perderle la pista: aunque no pudiera decirse que fuéramos amigos, había feeling y yo no soy de las que deja que los hilos se pudran.
Mi relación con el masón se había extinguido hacía muchos meses; había superado la menopausia y mi hijo se independizó. De pronto, me encontré pensando en él, pensando en él, pensando en él.
En cierto correo electrónico en el que le proporcionaba datos estadísticos para un informe que estaba redactando, en lugar de desearle felices vacaciones, me despedí con un A Ver Cuando Te Invitas A Una Copa. Respuesta fulminante: Cuando Tú Quieras. Contrarrespuesta mía: El martes que viene. Llamada por teléfono suya:
- Oye, que vale , que el martes. A cenar.
- Muy bien.
¡Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer!
Ese martes, o se decidía, o le borraba de mi memoria.
Me gustaba: me gustaba su estampa de tigre de Bengala contenido, su recorrido vital, su discurso, su forma de encajar los golpes bajos, su elegancia moral, su voz tranquila de negociador inveterado, su determinación, hasta su miopía. Me gustaba.
En uno de esos inevitables seminarios a los que todos tenemos que inclinarnos y que terminan en una discoteca, alcohol, algo de salsa y miradas equívocas, casi...
Pero le trasladaron.
Además, yo andaba entonces enrollada con un político de izquierdas, extranjero, masón y con una vida personal un tanto revuelta, así que mi capacidad para asumir mayores complicaciones era prácticamente nula. Durante dos años nos vimos en manifestaciones, actos electorales, conferencias y eventos relacionados con nuestra profesión. Nos cruzábamos correos electrónicos con información interesante y alguna frase personal tipo cómo te va o Feliz Navidad. Si pasaba demasiado tiempo para mi gusto, tiraba de cotilleos, sólo por no perderle la pista: aunque no pudiera decirse que fuéramos amigos, había feeling y yo no soy de las que deja que los hilos se pudran.
Mi relación con el masón se había extinguido hacía muchos meses; había superado la menopausia y mi hijo se independizó. De pronto, me encontré pensando en él, pensando en él, pensando en él.
En cierto correo electrónico en el que le proporcionaba datos estadísticos para un informe que estaba redactando, en lugar de desearle felices vacaciones, me despedí con un A Ver Cuando Te Invitas A Una Copa. Respuesta fulminante: Cuando Tú Quieras. Contrarrespuesta mía: El martes que viene. Llamada por teléfono suya:
- Oye, que vale , que el martes. A cenar.
- Muy bien.
¡Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer!
Ese martes, o se decidía, o le borraba de mi memoria.
Dejé la cama hecha, las caipirinhas medio preparadas, me puse ropa interior negra, me miré al espejo, éste me respondió que qué más quería, a mi edad. Le dije que ya lo sabía: quien tuvo, retuvo. Salí de casa a las ocho menos cuarto; a las ocho ya estábamos hablando de trabajo. Cenamos hablando de política nacional. Tomamos el postre haciendo un repaso a la política internacional. Salimos, entramos en su coche, me preguntó:
- ¿Dónde quieres que vayamos?
Pues, hija mía: habrá que dar otro paso. Creo que sonó natural:
- A mi casa.
Hacía un calor tremendo aquella noche de julio. Mientras yo preparaba las caipirinhas se afanó en mirar los libros, las fotos repartidas por todas las estanterías, mis plantas... Uno o dos comentarios sobre la casa, y otra vez el trabajo. Si este tío miraba el reloj una sola vez, le despediría con un besito en la mejilla y santaspascuas. Nos habíamos sentado en el sofá, que es de dos plazas. Yo había terminado por cruzar las piernas estilo yoga, y al mismo tiempo me volvía hacia él para mantener la conversación: una postura antilujuria de la cual era consciente, pero estaba hasta las narices de enviar señales. Me estaba poniendo de los nervios.
Milagrosamente, en mitad de una disertación mía sobre política de personal, cambió su mirada, alargó el brazo y me acarició el pelo a la altura de la nuca, en un gesto que me obligó a estrecharme contra él. Metí mi nariz en su cuello:
- Ya te vale - protesté mientras le olisqueaba por dentro el cuello de la camisa - Te ha costado diez años...
Ayer hizo cuatro años. Andrés y yo estuvímos de celebración: por eso no aparecí por el blog.
- ¿Dónde quieres que vayamos?
Pues, hija mía: habrá que dar otro paso. Creo que sonó natural:
- A mi casa.
Hacía un calor tremendo aquella noche de julio. Mientras yo preparaba las caipirinhas se afanó en mirar los libros, las fotos repartidas por todas las estanterías, mis plantas... Uno o dos comentarios sobre la casa, y otra vez el trabajo. Si este tío miraba el reloj una sola vez, le despediría con un besito en la mejilla y santaspascuas. Nos habíamos sentado en el sofá, que es de dos plazas. Yo había terminado por cruzar las piernas estilo yoga, y al mismo tiempo me volvía hacia él para mantener la conversación: una postura antilujuria de la cual era consciente, pero estaba hasta las narices de enviar señales. Me estaba poniendo de los nervios.
Milagrosamente, en mitad de una disertación mía sobre política de personal, cambió su mirada, alargó el brazo y me acarició el pelo a la altura de la nuca, en un gesto que me obligó a estrecharme contra él. Metí mi nariz en su cuello:
- Ya te vale - protesté mientras le olisqueaba por dentro el cuello de la camisa - Te ha costado diez años...
Ayer hizo cuatro años. Andrés y yo estuvímos de celebración: por eso no aparecí por el blog.
33 Comments:
Y mientras, aqui, llenos de preocupacion..
:-D
Felicita a Andres de parte de la Confederación de Magos del Mundo. Tiene suerte
Y llévate tu una miaja.
Y es que con caipirinhas el mundo es mucho más sencillom aunque habléis de política, eso si que es antilujuria.
Por cierto como es una masón, siempre he tenido una ilusión tremenda por conocer a uno....
Se feliz
Viajero, anda que no tienes morro...
Un beso.
Mago,
a mí la política me pone, siempre que tenga un interlocutor inteligente. Ya ves.
El masón que yo conocí era un poco machista - aunque conmigo se cortaba, pero eso se nota - un poco iluminado, un poco descreído, muy, muy inteligente, algo vanidoso, algo vulnerable, muy mujeriego, nada proselitista y, sobre todo, convencido de que su camino era el mejor...
A mí me gustó durante un tiempo.
Gracias por la felicitación; paso nota a Andrés, que siempre me pregunta por el blog con retintín.
Un beso.
Pues felicita a Andrés de mi parte y para tí muchas felicidades también.
Tomo nota de la caipirinha, a ver si no tiene efecto amnésico para uno que yo me sé... porque por lo que tú cuentas, Andrés al día siguiente se acordaba de todo, no?
Postura antilujuria la del loto? esa es la que llamas de yoga? o cual? si es la del loto, no estoy de acuerdo... además te funcionó!
Un besazo
A ver niña
Como más tarde o más temprano yo voy a hacer el meme d los cojones (o lo que es lo mismo, responder preguntas) y tq voy a invitar a que lo hagas estas autorizada desde ya a hacerlo. Asi que copia las preguntas cuando desees y responde
Por cierto el meme (o responder preguntas), lo hace quién guste así que esta invitación es del todo punto innecesaria
:-D
Se feliz
PD Yo hablo con cierta frecuencia de política pero como egocéntrico que soy cada vez que lo haga salgo desencantado con el género humano, hasta que me miro a un espejo y confirmo la teoría
Quieroser...
A mí me funcionó una conjunción de estrellas absolutamente inextricable, aunque el personal dice (a posteriori) que "estaba cantado".
Lo de las caipirinhas, con mesura.
La postura del loto, más que funcionar, me facilitó diez minutos más de paciencia para no levantarme y decir que tenía sueño...Menos mal.
Gracias por las contratulations.
MAgo,
que no, que yo soy muy mía, y que hasta que no reciba una invitación formal no me uno a la fiesta del meme.
Anda, envíame la invitación por el medio habitual (¿cuál es, por cierto, el medio habitual?)
Un beso.
Muy interesante y bonita la manera en la que explicas esa situación de hace 4 años, y menos mal que al final todo fue como tenía que ir. Me alegro por ello y te felicito.
WOW!...por historias como éstas me obligas a visitarte cada día...., por historias como éstas es que creo pasaría toda una noche conversando contigo junto a un buen trago....
Hermosa historia!..., esperanzadora..., me veo muy reflejada en ti...., ojalá llegue luego "mi Andrés"...,ya sé que dirás "todo tiene su tiempo"..., pero al carajo!!, lo necesito pronto...
Muchas felicidades a los dos..., y coméntale que su historia juntos es mi esperanza de que a ninguna edad se termina de vivir el amor...
Un beso muy grande
Soltaire enamorada...y sola
Dammy,
;)
Suerte que he tenido...
Gracias.
Un beso.
¿Sabes qué, Soltaire?
Esto pasa cada día a millones de personas, pero es una lotería: no vale merecerlo, no vale quererlo... Lo único que puedes hacer es intentarlo.
:)
Un beso.
Qué bonito Eulalia (puedo decirte Lula?), qué bonito. Es una historia de vida, y de amor; con inseguridad, ilusión y mucha ternura. Eres genial. Te deseo lo mejor. Me voy una semanita de vacas, a desconectar del estrés del trabajo, aunque intentaré pasarme ocasionalmente a dejar huella. Muchos besos ¡Quién te hubiera pillado con algunos años menos -o yo con algunos más-!
Entonces... de lo nuestro, ya, nada ¿no? ;-)
Felicidades. Un abrazote en la posición de flor de loto en el Estanque de la Luna de té de los Almendros en Primavera.
Maik,
me has obligado a releer el post, y tienes razón en tu lectura, tienes razón.
Gracias por el piropazo del final.
Pásalo bien.
Un beso.
Manolotel,
Qué pronto te desentiendes, hermoso. Lo nuestro es una historia aparte, así que deja de buscar excusas para olvidarme.
(Continúo amándote, pero no te lo voy a decir todos los días, vaya)
NUNCA ES TARDE Y CUAN CIERTO ES .
HERMOSA HISTORIA DE AMOR .
BRINDO POR VOS EULALIA .
TE DEJO MIS SALUDOS
BUEN FIN DE SEMANA
ADAL
SHALOM
Adal,
gracias por tus elogios, y brindo yo contigo por la vida.
Un beso
Hay maravillosa historia y es real!!!!
Pasaron 10 años parece que tenia que ser en ese momento, no?
Cuanta esperanza da este relato, snif snif
Besos miles!!
Roque, he de aclarar que él pensaba que yo era una señora absolutamente inaccesible, porque en el trabajo soy muy, muy seria, pero que también me tenía echado el ojo...
Un beso.
Neo,
efectivamente: ni antes, ni después.
(qué extraña me siento explicando mi vida sentimental a personas a quien nunca he visto los ojos: una cosa es hacer un relato de la historia y otra ver el efecto que causa en vosotros...)
Un beso, cariño.
Debe ser estupendo poder saborear una situación así. Pero es sorprendente donde lleva el no esperar nada y esperarlo todo.
Felicidades.
papa pan...
'sastamente.
Vivir es estupendo.
Un beso.
¿Sabes qué, Herve?
Que a mí me parece más bonita aún, porque la disfruto, y me gusta la idea de demostrar al mundo entero (representado por vosotros mucho más dignamente de lo que a mi parecer el mundo se merece) que la cosa amorosa también tiene su lugar en las edades provectas.
Andrés y yo nos reímos imaginando cómo serán nuestras relaciones sexuales cuando estemos en la residencia del Imserso...
No digo más.
Un beso.
Bonita historia y mejor aún la forma de contarla. ¿Por qué a mi no me pasan cosas como estas? (De todos modos, no sé si tendría paciencia para esperar diez años). ¿Asustamos a los hombres, porque ya no son los machitos dominadores que eran, o en realidad siempre han sido un poco torpes para acercarse?
Felicidades por el post y por Andrés. A él muchas más, por ti. Saludos
Muy bonito el roneo.
Por lo demas, no te conozco lo suficiente y me da apuro felicitarte. :)
Aldara,
cuánto dices con tan pocas palabras.
Me gusta que hables de la forma en que cuento la historia: mi vanidad, en ese sentido, es un pozo sin fondo... Gracias por alimentarla un poquito.
La historia sucedió tal cual. Y muchos hombres de mi generación nos tienen un miedo inconsciente a las mujeres autónomas; saben que les vamos a hacer trabajar la relación, y se lo piensan mucho...
Torpes, lo son por educación - continúo hablando de los de cincuenta para arriba, de es con los que tengo experiencia - pero eso siempre es reversible, si ellos quieren, y suelen querer si son listos y ven lo que pueden ganar.
Y gracias por la "flor" del final...
Un beso
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
nota: la entrada suprimida es una repetición de mi respuesta a Aldara.
¡He aprendido yo solita a hacerlo!
Aunque sea con retraso, me ha enncatdo leer esta preciosa presentación en tu cuarto aniversario.
Dicen que lo bueno se hace esperar... a veces demasiado ;)
Que bonito Eulalia...sois muy afortunados.
Me has dejado flipada....que bonito!!uff!!que envidia me das, me ha venido bien tú historia, me aplicaré algo...No hay que forzar las cosas, si algo tiene que pasar...PASARÁ..sino para que adelantar acontecimientos.Un besito encanto.
Iba a felicitarte aunque no sea el día, que por esas alegrías hay que felicitar siempre ... pero mejor te doy las gracias.
Por emocionarme.
Por sonreírme.
Por darme esperanzas.
Publicar un comentario
<< Home